Antonio de la Rosa, tras un aventura en solitario en la Antártida: "Estuve tres días parado, a punto de pedir el rescate"

El vallisoletano Antonio de la Rosa tiene auténtica fiebre por la aventura. Prueba de ello, es que acaba de alcanzar el Polo Sur en una travesía en solitario y sobre sus esquís. Una gesta reservada para muy pocos que él nos ha contado, agotado pero feliz, desde el sur de Chile.

Una aventura de 39 días que inició el pasado 9 de diciembre y en la que ha completado casi 1.200 kilómetros en condiciones extremas, incluso para alguien tan experimentado. "Espero que no sea la última, pero ahora mismo diría que no hago más porque estoy reventadísimo", dice sonriendo.

Congelaciones y pérdida de visión

El pucelano cargó con 65 kilos de equipo, entre comida deshidratada, elementos de cocina, botiquín y una pequeña tienda que portaba, arrastrando un trineo.

A pesar de su veteranía en este tipo de desafíos, con más de 14 en su haber por todo el planeta, De la Rosa subraya que "esta aventura, que lleva los nombres de históricos como Amundssen o Scott, ha sido muy especial".

"Hay unas huellas que no ves, pero que recuerdas y que sabes que estás en un lugar peligroso y exclusivo", explica. Afrontó nevadas y vientos de más de 50 kilómetros por hora y temperaturas que daban una sensación térmica inferior a 45 grados centígrados y que le provocaron congelaciones en las manos.

Sin embargo, eso no fue lo peor. Varios días de intensa niebla le llevaron a quitarse las gafas para poder guiarse y se acabó quemando los ojos. "Estuve tres días parado, a punto de pedir el rescate", reconoce, al quedarse sin vista.

Dicho retraso le dejó sin comida a una semana de su meta. "Estaba ya muy débil, había perdido 16 kilos de peso", asegura Antonio, explicando que por eso tuvo que "pedir el refuerzo de alimentación".

Unas dificultades que olvidó el pasado 17 de enero cuando por fin alcanzó su objetivo, el Polo Sur.

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