Arrancar un coche en invierno puede ser un desafío si no se toman las medidas adecuadas para proteger sus componentes. Entre todas las estrategias que los expertos recomiendan para garantizar un encendido suave y evitar problemas mecánicos, una sobresale por su sencillez y efectividad: pisar el embrague antes de girar la llave o presionar el botón de arranque. Este hábito, aunque aparentemente puede dar la impresión de ser algo menor, puede marcar una gran diferencia en el desempeño del motor, especialmente durante los meses más fríos.
Cuando se pisa el embrague al arrancar, se desacopla la transmisión del motor. Esto significa que el motor no tiene que mover los componentes internos de la caja de cambios, lo que reduce considerablemente la carga de trabajo del motor de arranque y la batería. Esta acción se vuelve aún más importante en condiciones de frío, donde los fluidos del motor y la transmisión son más densos, aumentando la resistencia mecánica.
Entre los beneficios de hacer esto cuando arrancamos, además del citado menor esfuerzo del motor de arranque, estarían que protege la batería, reduce el desgaste de los componentes y además nos sirve de ‘colchón de seguridad’ si el coche está en marcha por error.
Durante los meses de invierno, el motor se encuentra con varios problemas generados por las bajas temperaturas reinantes:
Cuando pisamos el embrague antes de arrancar, se eliminan varios de estos problemas al reducir la carga inicial sobre el motor, ayudándolo a alcanzar rápidamente su régimen normal de funcionamiento.
Aunque muchos coches modernos están equipados con sistemas que requieren automáticamente pisar el embrague para arrancar (como medida de seguridad), en vehículos más antiguos esta acción depende del conductor. Sin embargo, incluso en los modelos actuales, este gesto tiene beneficios para el sistema de arranque, especialmente en situaciones de frío extremo.
Pisar el embrague es solo una parte del proceso para garantizar un arranque adecuado en invierno. Aquí se detallan los pasos recomendados:
Antes de encender el coche apaga todos los dispositivos eléctricos no esenciales (radio, luces, calefacción) para garantizar que la batería tenga suficiente energía. Si tu coche es diésel, espera a que se apague el testigo de las bujías de precalentamiento antes de intentar el arranque.
Al arrancar pisa el embrague a fondo antes de girar la llave o presionar el botón de encendido. Si el motor no arranca al primer intento, evita insistir más de cinco segundos seguidos y espera unos 20 segundos antes de intentarlo nuevamente.
Después del arranque deja el motor al ralentí durante unos minutos para permitir que el aceite se caliente y circule correctamente. Evita acelerar bruscamente justo después de arrancar.
Aunque pisar el embrague es esencial, hay otras prácticas que complementan esta acción y ayudan a mantener el vehículo en buen estado:
Pisar el embrague al arrancar no es solo una recomendación práctica, sino que tiene una base mecánica sólida. Durante el arranque en frío, el motor necesita superar una mayor resistencia debido a la viscosidad del aceite y la rigidez de los componentes. Desacoplar la transmisión elimina una parte significativa de esta resistencia, permitiendo que el motor gaste menos energía en alcanzar su régimen operativo.
En motores diésel, esta práctica es aún más crucial. Los sistemas de precalentamiento de las bujías necesitan más tiempo y energía en climas fríos, lo que hace que cualquier acción que reduzca la carga del motor sea especialmente valiosa.