Varios estudios médicos y científicos han demostrado la utilidad de las setas alucinógenas para luchar contra los trastornos mentales o las adicciones. Según informa Lorelei Esteban, tienen un componente muy efectivo contra la depresión o la adicción al alcohol: la psilocibina. Y es que algunas investigaciones han demostrado que incluso el veneno del sapo bufo puede ser efectivo para tratar las enfermedades mentales.
La psilocibina se utilizó en pacientes con adicciones al alcohol y, ocho meses después, el 48% había dejado de beber por completo. Esta situación también ocurrió en personas con depresión. Eso sí, es necesario destacar que es terapéutico y que esta terapia tiene que tener una supervisión médica.
Los efectos empiezan a la media hora de ingerirla y consiste en una especie de viaje que provoca alucinaciones que pueden ser placenteras o negativas. Cuando generan paranoias puede provocar una ansiedad desmedida y, pese a que parezca contraproducente, esta terapia tiene sentido. Esta sustancia desorganiza el cerebro y desconecta los pensamientos que llevan mucho tiempo conectados.
Por ejemplo, las personas deprimidas son muy autocríticas y le dan muchas vueltas a los mismos pensamientos negativos. La psilocibina desconecta estos pensamientos y estos pacientes pueden ver una salida a su depresión durante el viaje. "La psilocibina quizás lo pueda romper de una manera efectiva, es disgregar la actividad del cerebro, entonces puede ayudar. Es algo físico, interrogo al cerebro y no a la persona. Pudimos ver que realmente hay un cambio efectivo antes y después de la farmacología", reconoce Gustavo Deco, catedrático de la Universidad de Pompeu Fabra.
Esta sustancia tiene una gran variedad de efectos potenciales. Las setas alucinógenas pueden provocar cambios en la forma en la que se percibe la realidad. Los pacientes pueden ver colores, formas o escenas; escuchar ruidos que no son reales; perder el sentido del tiempo y del espacio.
Cuando la persona toma esta sustancia puede tener una experiencia mística. Según explica el ‘National Institute on Drug Abuse’, pueden tener una percepción diferente de sí mismos e incluso sentir que no tienen limites personales, un aspecto que algunos investigadores llaman “sensaciones de tipo oceánico”.
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