Las Comunidades Autónomas han acordado en la Conferencia Sectorial de Infancia acoger de forma voluntaria a 400 menores migrantes tutelados en Canarias y Ceuta, aunque no ha habido consenso sobre la propuesta del Gobierno. Hoy, en Noticias Cuatro, ponemos el foco en lo que les ocurre a esos pequeños cuando cumplen 18 años, según informa Ana Martín.
Abdouraman Dong tiene 24 y llegó a España con 17: “Nueve personas vinimos en patera”. Él recuerda ese momento como si fuese ayer, pero ocurrió hace siete años. Ahora, él trabaja de cocinero y da las gracias a Dios por la oportunidad de tener una vida mejor.
Mientras la tensión inunda el acuerdo entre los políticos, detrás de las cifras de los menores migrantes no acompañados se esconden historias como las de Etinosa Osenigiae, quien tiene 19 años y un sueño: ser carpintero. Él llegó en una patera procedente de Marruecos. A día de hoy, su piel es el lienzo que le recuerda las secuelas del infierno. “Tengo muchas cicatrices en el cuerpo”, confiesa. Desde que llegó, no ha parado de estudiar: “A las dos semanas de estar aquí, comencé las clases y fue bien”.
Mouad Bouaaza también recuerda lo difícil que fue esa travesía: “Pasé tres días en el agua y estábamos perdidos, sin gasolina y sin saber a dónde íbamos”. Él tiene 23 años y es camarero. “Con pacencia y, poco a poco, fui buscando formaciones”, asegura. Ellos tres son solo unos ejemplos de los miles de menores que llegan solos, sin familias y dejando sus vidas a un lado. “Mis padres no querían que lo hiciera porque es un camino duro y podía morir”, reconoce Dong. Y es que estos jóvenes arriesgan sus vidas en busca de una oportunidad para tener una vida mejor.
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