Desde este miércoles, 3 de julio, es obligatorio que los tapones y las botellas de plástico vayan unidos y no se puedan separar. Según informa Lucía Sánchez y Manu Reyes en el vídeo, a pesar de las quejas de algunos, que lo consideran incómodo, se trata de potenciar el reciclaje y evitar la contaminación de los océanos, donde terminan la mayoría de plásticos y microplásticos.
Desde hoy, todas las botellas de plástico de hasta 3 litros tendrán que llevar el tapón unido para reducir los plásticos de un solo uso y combatir la contaminación en los océanos.
Cada productor ha desarrollado para sus tetrabriks o botellas estos nuevos tapones que, al desenroscarlos, permanecen anclados a través de dos pequeñas lengüetas al resto del envase.
El invento ha sido recibido con no pocas quejas en redes sociales. Algunos porque tienen problemas para dar con la forma de abrirlos, y otros que critican que, a la hora de beber a morro, la tapa se les clava en la nariz o en la cara.
Pero el objetivo es más importante que la comodidad a la hora de beber. Antes, el tapón se perdía en el proceso de reciclaje y para evitarlo Europa obliga a que no se separe de la botella.
Los fabricantes también se han tenido que adaptar en estos meses atrás, haciendo una inversión en la adaptación de la maquinaria, pero es un avance clave para frenar la contaminación en los océanos. El 6% de los tapones terminan en el mar.
Se trata de un pequeño gesto, que tiene que ir acompañado de responsabilidad y concienciación por parte de los usuarios, que ayuda a una gran causa.
Aunque para alguno sea solo algo molesto, unir los tapones a las botellas puede ser un gran gesto a la hora de reciclarlos. Estos plásticos de un solo uso son los que más tardan en degradarse y son un grave problema para el medioambiente.
Por ejemplo, las bolsas de plástico son un objeto al que, de media, damos uno unos 15 minutos, muy poco tiempo para los 55 años que tarda en desaparece su huella en el medioambiente. Para hacernos una idea de lo que eso representa, es tanto tiempo como el que ha pasado desde que el hombre pisó la luna en el año 1969.
Más aún tardan en degradarse otros plásticos. Por ejemplo, un mechero, tarda 100 años. La huella de un mechero tirado el año que se hundió el Titanic habría desaparecido hace solo un par de años. Y peor aún es el caso de las botellas y sus tapones de plástico duro, que tardan en descomponerse en torno a 500 años. Un tapón del año en que nació Cervantes, todavía hoy no habría desaparecido.