Los casos de autismo en edad escolar se han cuadruplicado en la última década. Uno de los mayores expertos en este trastorno, Carlos Portera-Cailliau, es optimista y cree que solo necesitamos un poco más de tiempo para tener fármacos que alivien los principales síntomas, según informa Irene Fernández. “Es muy probable que en los próximos 10 años este tipo de tecnologías sean menos invasivas y se puedan intervenir a nivel de circuito”, explica. Así, se podrán mejorar la vida de personas como Ignacio, quien fue diagnosticado con 18 años.
El autismo se estudia desde los años 60 y la frustración con este trastorno llega por no tener tratamientos. El profesor de Neurobiología de la Universidad de California, Carlos Portera-Cailliau, afirma que cuando empezaron a estudiar el cerebro, para ver qué ocurría, no vieron nada raro: “Las neuronas estaban ahí, donde tenían que estar, con sus procesos y sus cables. Fue un rompecabezas extraño”.
Las piezas del puzle fueron encajando y descubrieron que la estructura del cerebro no era el problema. “No era estructural, era de la actividad de las neuronas. El problema está en cómo interactúan entre ellas, en las conexiones neuronales”, apunta. Ahora las tecnologías sí lo permiten. “Podemos descubrir que hay diferencias entre la comunicación de las neuronas y con esto podemos intervenir para aliviar los síntomas, que es el objetivo”, añade.
Tanto Portera-Cailliau como su equipo ya están trabajando en esto. “Tocando las teclas de la actividad de las neuronas, podemos restaurar la actividad de los circuitos y aliviar los síntomas”, reconoce. Lo han hecho con ratones y ya están ensayando con fármacos para hacer lo mismo en humanos, ya que cada síntoma va asociado a un circuito neuronal.
“Es muy probable que en los próximos 10 años este tipo de tecnologías sean menos invasivas y se puedan intervenir a nivel de circuito”, recalca. Y la idea es poder hacerlo de una manera no invasiva, aunque para esto se necesita afinar la técnica.
“En el cerebro hay 200 billones de neuronas y cada una hace 10.000 conexiones. Hablamos de más conexiones que estrellas hay en el universo”, asegura. El objetivo no es fácil, pero este profesor sostiene que es cuestión de años que se puedan modular los circuitos neuronales para mejorar la calidad de vida de las personas con autismo.