Tadea Vera tiene 77 años y los temblores que padece son tan fuertes que no puede llevar una vida normal. Y es que las enfermedades incapacitantes son la primera causa de discapacidad en el mundo. “Para comer me tengo que poner el plato debajo de la cabeza”, reconoce ella. Vestirse, ducharse e incluso ponerse unos botones de una camiseta se volvieron acciones diarias imposibles de realizar, según informa Patricia Pereda. Hasta ahora.
Una mañana entró al hospital con los temblores y salió sin ellos. Se trata de una técnica llamada Hifu y que se realiza en la sanidad pública. Consiste en dar calor muy cerca del área que se encarga de la movilidad, a unos 10 milímetros. Poco a poco, se va subiendo la temperatura y se van haciendo pruebas. Tadea se hizo una resonancia y, tres horas más tarde, su cara de felicidad lo decía todo.
La vida de Tadea se interrumpió cuando llegaron los temblores. Tanto ella como su hijo escucharon hablar de la técnica Hifu en la sanidad pública. Una sesión es suficiente para quitar, de forma permanente, este síntoma incapacitante. “Lo hacemos con una máquina que emite ultrasonidos, lo enfocamos a una estructura del cerebro haciendo una pequeña lesión cerebral. Así, interrumpimos el circuito del temblor para quitárselo de manera definitiva”, explica Marta Del Álamo, neurocirujana del Hospital Ramón y Cajal.
Es mínimamente invasivo, seguro y eficaz que ya ha cambiado la vida a 24 pacientes en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Y que también puede servir para otras enfermedades. “Depende de dónde pongas la diana puede servir para el Párkinson, la rigidez y muchas más”, señala Marta Del Álamo. La historia de Tadea es solo un ejemplo de cómo se puede cambiar la vida de una persona con la ciencia.