La sanidad bucodental es el quebradero de gran parte de las personas con discapacidad. La sanidad pública no cubre determinados tratamientos y las clínicas no están adaptadas a sus necesidades. Pero aún así existe alguna excepción que además cumple una función social.
Laura es una persona con discapacidad que padece el síndrome de Rett, por lo que no pueden operarla en cualquier clínica. José Rada, director de la Clínica SERMADE, comenta que las capacidades cognitivas de Laura están afectadas y que le están haciendo un tratamiento de implantes.
Añade que la sedación es un tratamiento muy seguro y que les permite trabajar con comodidad. Además, deben tener en cuenta que todo son barreras para las personas con discapacidad y se dieron cuenta que tenían muy difícil acceder a una atención deontológica de calidad. Jezabel, la hermana de Laura, cuenta que la Seguridad Social solo cubre lo mínimo de empastar o quitar piezas.
La clínica de José Rada es uno de los pocos centros de nuestro país adaptados a las personas con discapacidad. Los equipos de estos centros son especiales, para así poder tratar también a pacientes con sus propias sillas de ruedas y los profesionales están preparados con mucha sensibilidad. En este centro con un coste mínimo consiguen que puedan tener una salud mental digna.
En una clínica móvil realizan también estas labores desplazándose a dónde les necesiten, sobre todo atienden a mayores en residencias. Una dentista de la clínica móvil dice que es igual que un gabinete odontológico tradicional y que normalmente las personas mayores o con discapacidad son personas que tienden a desorientarse mucho.
Acudir de por sí al dentista puede generar temor en algunas personas, por lo que para las personas que cuentan con alguna discapacidad intelectual puede suponer un verdadero reto. Ese miedo ante lo desconocido puede ocasionar ansiedad y que estas personas sufran una alteración de conducta, por lo que se dificulta la labor de los dentistas y la de la familia o acompañantes.
Las personas con algún tipo de discapacidad intelectual suelen tener más problemas dentales que los demás, porque derivan de su propia enfermedad. Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas de España, afirma que estos problemas empiezan desde los dos o tres años y, a pesar de que las caries o las enfermedades de las encías son las más frecuentes, en el caso de estas personas son más graves.