Los vecinos de Barbate siguen conmocionados por el asesinato de los dos guardas civiles. Seis de los ocho detenidos ya están en prisión. Mientras los agentes piden ser considerados como profesión de riesgo, los habitantes del municipio mantienen cierto temor a que se vuelva a relacionar la zona con el narcotráfico. Se trata de una mancha del pasado, ya que hace 30 años se consideraba a este lugar como el paraíso de los narcos.
“Una profesora hizo una pregunta en un colegio para saber qué querían ser los niños de mayores. La mayoría quería ser ‘busquimanos’”, explica Pedro Ingelmo, documentalista en Barbate, sobre una profesión que se basaba en rastrear los fardos perdidos.
Uno de los agentes heridos por la narcolancha en Barbate ha pasado a planta. Fue operado del brazo y ahora está fuera de peligro. La relación entre el municipio con el narcotráfico ya no es la misma a la que había hace 30 años. Antiguamente se vivía de la pesca, aunque en los años 80 todo cambió. “Un pescador podía ganar unas 15.000 pesetas y los chavales descubrieron que se podían llevar con el hachís unas 150.000”, subraya Ingelmo.
Los narcotraficantes de antes tenían códigos. Así lo explica el documentalista con el narcotraficante Antón, del clan familiar que lleva su nombre: “Se compró en el mercado negro un cachorro de león que lo paseaba por el paseo marítimo con una cadena de oro”, dice el documentalista. Ahora, los narcos tienen un arsenal compuesto por lanzacohetes, granadas y una tecnología puntera.
“Los mayores del clan decían que había que respetar a la Guardia Civil. Cuando desmantelaron el clan, Rafael -el más pequeño- comenzó a increparle a los guardias. El Antón viejo le dijo que se callase porque esa gente estaba haciendo su trabajo y había que tenerles respeto”, añade.
En los años 90, los habitantes de Barbate vivían y comían del narcotráfico. A partir de los años 2000, descendió el número. Todavía siguen llegando fardos y los narcos son más violentos. “Lo sucedido el otro día es absolutamente impensable en el Barbate de antes y de ahora. El nivel de violencia del narco en el campo de Gibraltar es algo que no se había conocido nunca”, concluye Ingelmo.