Las galerías comerciales desaparecen. Así lo muestran los datos que destacan una bajada de un 0,7% en sus ventas. Se trata de unos negocios que proliferaron entre los 70 y 80. A día de hoy, quedan muy pocos en pie. Como la tienda de Paco, un hombre que ha crecido en una galería coruñesa. “Era un niño y había partidos de fútbol. Había muchísima gente”, cuenta a Noticias Cuatro.
Estas galerías comenzaron con una docena de negocios. Perfumerías, tiendas de alimentación y pescaderías, entre otros, son algunos de los comercios que se podían encontrar cuando paseabas por los pasadizos. Una situación muy diferente a la actual.
Las galerías comerciales marcaron un antes y un después en la forma de ver los negocios. Eran unas calles interiores cubiertas de vidrio traslúcido que concentraban todo tipo de productos. “Llevo desde el año 86 aquí y fue un boom. Parece ser que iba a ser la leche pero no fue tanto. Al principio había mucho movimiento pero fue decayendo”, explica Carlos, propietario de la única tienda que sigue abierta en una galería de A Coruña: una peluquería.
Una escena que se repite en otra galería de Pontevedra. Tras tapiar un acceso que permitía atajar de una calle a otra, condenaron a estos negocios al cierre. “Antes era movimiento todo el día”, sostiene una propietaria. Con la llegada de las grandes áreas comerciales, llegó el fin de estos locales.
En el caso de Paco, el negocio heredó el negocio de su padre hace 32 años en una galería coruñesa. Cuando él mira a su alrededor, echa en falta la vida que había en esta zona. "Era una época muy bonita", recuerda. Pese al futuro incierto que se les plantea a estos negocios, aquellos que siguen abiertos prefieren refugiarse en la esperanza.
“Vamos sobreviviendo con muchas ganas y tratando muy bien al público para que se vaya contenta”, añade. Y es que estos pequeños negocios son conscientes de que cuentan con un detalle que los diferencia de las grandes superficies: la cercanía con el cliente.