Se cumplen diez años de la tragedia de Germanwings: las lecciones aprendidas tras esta y otras catástrofes aéreas

  • El 24 de marzo de 2015 el copiloto del vuelo entre Barcelona y Düsseldorf estrelló voluntariamente el avión contra los Alpes franceses

  • Andreas Lubitz sufría depresión y fue diagnosticado un mes antes de este suicido de un trastorno psicosomático y de ansiedad

  • Tragedias aéreas como los atentados del 11-S han servido para cambiar protocolos de seguridad que pueden salvar vidas

Se cumplen diez años de la tragedia aérea de Germanwings. Aquel 24 de marzo de 2015 el copiloto del vuelo que cubría el trayecto entre Barcelona y Düsseldorf estrelló voluntariamente el avión contra los Alpes franceses causando 150 muertes, entre ellas las de 51 españoles. En Alemania se rinde homenaje a las víctimas de una de las catástrofes aéreas que marcó la historia de la aviación e impulsó un importante cambio en los protocolos. Pero, esta tragedia no es la única que dejó lecciones aprendidas, según informa Montse Ávila.

El 24 de marzo de 2015 el vuelo 9525 de Germanwings cubría el trayecto entre Barcelona y Düsseldorf, destino al que nunca llegó. El copiloto de la aeronave, Andreas Lubitz, se suicidó estrellando el avión contra los Alpes franceses causando la muerte de los 150 pasajeros, la mayoría alemanes y españoles.

La Oficina de Investigación y Análisis francesa (BEA), encargada de llevar a cabo las pesquisas técnicas del accidente, concluyó en su informe final que "de forma definitiva", el copiloto se encerró en la cabina del avión y estrelló el aparato voluntariamente contra los Alpes franceses.

Lubitz sufría de depresión y fue diagnosticado un mes antes de este suicido de un trastorno psicosomático y de ansiedad. De hecho, días antes un psiquiatra le recomendó un tratamiento psiquiátrico hospitalario. Un médico privado también le aconsejó su internamiento en un hospital psiquiátrico dos semanas antes del trágico accidente.

La investigación determinó que Lubitz nunca debería de haber volado

"En el día del accidente, el copiloto no debería haber volado debido a las recomendaciones de su doctor. Si hubiera seguido el reglamento, él mismo debería haberse declarado no competente y pedir el relevo", explicó entonces el investigador jefe de la BAE, Arnaud Desjardin.

La investigación señalaba que ningún profesional médico contactó con las autoridades de aviación pertinentes para tratar de alertar sobre el estado mental de Lubitz. Los certificados de baja por enfermedad no fueron remitidos a Germanwings en su totalidad.

Esta tragedia fue uno de los accidentes aéreos que marcó la historia de la aviación. La catástrofe visibilizó la importancia de la salud mental en miembros de la tripulación y motivó la imposición de una nueva normativa que obliga a que siempre haya mínimo dos personas detrás de los mandos de la aeronave.

Otras catástrofes aéreas que cambiaron los protocolos de seguridad

La tragedia de Germanwings hizo que la normativa cambiara, pero no es la única catástrofe aérea que deja lecciones aprendidas. Las características ventanas ovaladas de los aviones nacieron tras dos accidentes aéreos en el año 1954, ambos con De Havilland Comet, el primer avión comercial a reacción. Tras los siniestros se descubrió que las esquinas cuadradas de las ventanas creaban puntos de tensión que debilitaban el fuselaje. Esto llevó a su rediseño con formas ovaladas o redondas, un estándar que perdura actualmente.

Antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 no era necesaria la identificación para pasar por seguridad en los aeropuertos, nadie se quitaba los zapatos, tampoco se separaban los objetos electrónicos y se podían llevar líquidos en el equipaje de mano. A raíz de los atentados se reforzaron fuertemente las medidas de seguridad. Protocolo que perdura actualmente con la limitación de líquidos y demás controles necesarios para acceder a los aeropuertos.

En 2009, el vuelo 447 de Air France cayó en el Atlántico por el congelamiento de los tubos Pitot, unos medidores externos de presión, lo que provocó confusión y pérdida de control. El accidente impulsó mejoras en los sistemas de medición de velocidad y en la formación de los pilotos para afrontar situaciones críticas.

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