Nga wai hono i te po Paki es la nueva reina de los indígenas maoríes de Nueva Zelanda. Tras la muerte de su padre, el rey Kiingi Tuheitia, esta joven de 27 años ha cogido el testigo en una ceremonia con una gran carga simbólica e importante para su tradición. La monarquía maorí se estableció en 1858 para luchar contra el colonialismo y para proteger la cultura y la tierra maoríes de los invasores.
El consejo de jefes de los indígenas maorí de Nueva Zelanda nombra a su reina. Nga wai hono i te po Paki ha tomado el mando tras ser escogida por los 12 ancianos de tribus diferentes. Entre los rituales, la monarca fue ungida con aceites sagrados y bendecida con la Biblia que se utilizó para coronar al primer rey maorí en 1858.
Los jefes de las tribus maoríes de Nueva Zelanda nombraron a Nga wai hono i te po Paki nueva monarca simbólica de los indígenas del país oceánico. Esta joven de 27 años se ha convertido en la segunda mujer en ocupar este cargo. Fue elegida por el Consejo Consultivo Indígena del Kiingitanga, el movimiento que representa desde 1858 a varias tribus maoríes neozelandesas.
“Damos la bienvenida a la Upoko (líder) Ariki, Nga wai hono i te po Paki, que lleva adelante el manto de liderazgo dejado por su padre. El camino que tenemos por delante está iluminado por el gran legado de Kiingi Tuheitia”, ha anunciado en un comunicado el primer ministro neozelandés, Christopher Luxon. “Kiingi Tuheitia fue un líder humilde que sirvió a su pueblo con sabiduría, maná y un compromiso inquebrantable con Kotahitanga (unidad)”, añadió sobre el padre de la joven ya fallecido.
El nombramiento de Nga wai hono i te po Paki se produjo poco antes del entierro de su padre Kiingi Tuheitia. En la ceremonia, se realizaron rituales tradicionales y una procesión de centenares de maoríes por tierra y en balsas hasta la montaña Taupiri Maunga, en la isla Norte y a unos cien kilómetros al sur de Auckland. Este lugar está considerado como un lugar sagrado y de descanso eterno para los maoríes. Su padre fue acompañado por la guardia de honor de su tribu y la fuerza de defensa de Nueva Zelanda con una piel de animal encima del ataúd. Después, el coche fúnebre recorrió el paseo hasta el río Waikato, donde una flotilla tradicional lo llevó por las aguas mientras cantaban y gritaban.
La nueva reina se sentó en el trono de madera con una corona de plantas sobre la cabeza y con un collar tallado en forma de hoja en el pecho. Fue recibida por un grupo de hombres con taparrabos y tatuajes tradicionales que le hicieron la danza tradicional ‘haka’. Los maoríes de Nueva Zelanda representan aproximadamente el 17 %, o unas 900.000 personas, de los más de 5,1 millones de habitantes del país.
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