Una de las consecuencias del deshielo ártico es la liberación de grandes cantidades de mercurio. Se trata de un metal tóxico que ha estado encerrado durante milenios bajo el hielo permanente (permafrost) y es un riesgo para la salud y el medioambiente. El río Yukón en Alaska (Estados Unidos) deja unas idílicas imágenes que no aparentan esconder una inmensa cantidad de mercurio, la cual amenaza a cinco millones de personas.
Esta situación ha sido alertada por científicos que han viajado al Ártico para estudiar lo que está ocurriendo bajo el permafrost. Nahúm Méndez, geólogo, explica: “(Es) un efecto más de los que tiene el calentamiento global. En este caso por la fusión del permafrost”. El Ártico se calienta cuatro veces más rápido que el resto del planeta.
La liberación de grandes cantidades de mercurio y otros metales, que hasta ahora permanecían enterrados y están pasando a los ríos y mares de la zona, es solo una de sus graves consecuencias. Nahúm Méndez expone: “Cuando el hielo se transforma en agua empieza a liberar esos elementos. Eso obviamente tiene una afectación sobre la vida que hay en el agua”.
En los sedimentos de los ríos cercanos al Ártico hay cada vez más mercurio y al ser arrastrado puede ir pasando a la fauna y a toda la cadena alimentaria. Nahúm Méndez asegura: “Si tú cambias la química de un río, la fauna que está dentro se ve afectada. Hay gente que pesca en los ríos”. Se calcula que el permafrost desaparecerá por completo en 2050. Para entonces los habitantes del Ártico, que viven de la caza y de la pesca, llevarán tiempo expuestos al mercurio.
Pero ese no es su único problema, los científicos han descubierto que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) del suelo son más sensibles al calentamiento climático en áreas donde el permafrost colapsó que en áreas donde perdura. Se basan en un estudio publicado en Nature Geoscience, basado en experimentos de calentamiento de campo combinados con la incubación de suelos en laboratorio a partir de un muestreo a gran escala.
El deshielo abrupto del permafrost, conocido como termokarst, ocurre en alrededor del 20% de la región de permafrost del norte, pero esta región almacena aproximadamente la mitad de todo el carbono orgánico subterráneo. Este tipo de deshielo puede reestructurar la morfología de la superficie terrestre, provocando cambios abruptos en las propiedades bióticas y abióticas del suelo, que pueden alterar significativamente el ciclo del carbono del ecosistema.
En un experimento de calentamiento bien replicado y realizado simultáneamente en áreas termokarst y no termokarst, los investigadores encontraron que el aumento inducido por el calentamiento en la liberación de CO2 del suelo era aproximadamente 5,5 veces mayores en las características termokarst que en las formas terrestres adyacentes no termokarst.
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