Oran es un niño de 13 años que se ha convertido en el primer paciente del mundo en someterse a una operación pionera en Londres para mejorar su epilepsia severa. En la cirugía, que ha durado ocho horas, los médicos le introdujeron en el cráneo un neuroestimulador llamado ‘Pikostin’.
Los padres de Oran confiesan que esta enfermedad -que sufre desde los tres años- le ha robado toda su infancia. “Cada momento de su vida ha estado afectado por su epilepsia”, reconoce su madre, Justine Knowlson. De momento, este dispositivo le ha ayudado a disminuir en un 80% las convulsiones.
Oran padece el síndrome de Lennox-Gastaut externo, una forma de epilepsia grave. Con tan solo 13 años se ha operado para mejorar su enfermedad con ‘Pikostín’, un dispositivo que emite corrientes constantes, bloquea las señales anormales que envía el cerebro y que se encuentra debajo del cráneo. “Con esta prueba podremos identificar si este dispositivo es eficaz o no para tratarlo”, indica el neurocirujano pediátrico, Martin Tisdall.
Tras la intervención, Oran ha reducido sus convulsiones en un 80% y su familia ha recuperado la esperanza. “Hemos visto una mejora enorme. La gravedad es menor y, en general, creo que estamos viendo una calidad de vida mucho mejor. Él está más feliz”, indica su madre. El pequeño -que vive en Somerset-ahora es capaz de montar a caballo, un hecho que era impensable hasta hace poco.
El neurotransmisor 'Picostim' está fabricado por la empresa británica 'Amber Therapeutics'. En la cirugía colocaron dos electrodos profundamente en el cerebro de Oran hasta llegar al tálamo. Después, los cables se conectaron al neuroestimulador y el dispositivo -de 3,5 centímetros cuadrados y 0,6 de grosor- se colocaron en un hueco del cráneo de Oran donde se había extraído el hueso. Tal y como informa 'The Guardian', este dispositivo se puede recargar a través de auriculares portátiles.
Después de la operación, Oran no ha tenido ni un día de convulsiones cuando lo más común en su día a día era tener cientos. En ocasiones, perdía el conocimiento y dejaba de respirar, lo que aumentaba las posibilidades de sufrir una muerte súbita a causa de la epilepsia. Sus padres saben que no es una cura definitiva, pero ahora esta familia tiene por delante un futuro más brillante.
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