La alimentación es clave para la salud. Según informa en el vídeo Patricia Pereda, un estudio de la revista BMJ Global Health confirma que comer más pescado azul que carne roja podría evitar hasta 750.000 muertes prematuras en 2050. Por ejemplo, las sardinas, con precios mínimos por los temporales, ayudan a reducir el riesgo de sufrir problemas cardíacos. Disminuir el consumo de carne roja supondría reducir las emisiones hasta un 15%, ya que se sustituiría una de las mayores fuentes de gases invernadero
Una señora en un mercado comenta que su marido prefiere siempre comer carne roja, pero que ella es más de comer pescado. Otra señora dice que a ella le gusta un bístec a la plancha o guisado. Otra mujer cuenta que viene la época de la sardina y del jurel, por lo que es lo que más se suele comer.
Emilia Gómez Pardo, bioquímica, asegura que el consumo de carne roja es la puerta de entrada a muchas patologías, concretamente de las dos de las que se mueren la mayoría de las personas en esta sociedad, las cardiovasculares y el cáncer. Añade que cada vez hay más evidencias de que tiene que ver con problemas mentales y enfermedades neurodegenerativas.
A diferencia de la carne roja, los arenques y las anchoas (pescados azules) son ricos en ácidos omega-3. Emilia Gómez expone que también son fuentes de vitamina A, vitamina D y de minerales como el zinc, el selenio y el calcio. Añade que la ingesta de pescado blanco es una dieta que deja de hacernos daño porque dejamos de comer carne y pasamos a darle al cuerpo nutrientes que suponen beneficios para la salud.
El estudio liderado por Shujuan Xia, miembro del Instituto Nacional de Estudios Medioambientales de Japón, expone que el pescado azul podría sustituir aproximadamente al 8% del consumo de carne roja mundial, ya que no hay más capacidad. Este aumento supondría que el consumo de pescado global se aproximara a los niveles recomendados.
La sustitución del consumo de carne roja ayudaría a reducir entre 8 y 15 millones de años de discapacidad acumulados en la población, especialmente en los países con menores ingresos. Otro estudio de la revista Nature muestra que menos del 20% del pescado que llega a los países del África subsahariana podría cubrir las necesidades nutricionales de los niños con menos de cinco años de esos países.
La pesca de forraje (pequeños peces pelágicos que sirven de alimento a depredadores más grandes) supone un 30% de las capturas a nivel global y solo un cuarto de estos se destinan a consumo humano, sobre todo en países con poco poder adquisitivo. El resto se usa para engordar a animales de piscifactorías como el salmón y la trucha, que se venden a usuarios con mayor poder adquisitivo.