En la República Democrática del Congo se extrae el cobalto que se usa en la mayoría de las baterías de, por ejemplo, lo móviles o los coches eléctricos. En olas minas de cobalto se explota a familias enteras. Ha sido revelado por una investigación que ahora va a ser publicada en el libro ‘Cobalto Rojo’, de Siddharth Kara.
Al preguntar a Siddharth Kara qué fue lo que encontró al investigar estas minas contesta: “El apocalipsis, un masivo ataque a los derechos humanos y que allí trabajan cientos de miles de personas, incluidos niños. Son las personas más pobres del mundo, ya que excavan el terreno con sus propias manos y se dividen la tarea entre padres e hijos para extraer el cobalto lo antes posible”.
A la pregunta de cuántos niños hay en total, Siddharth comenta: “Hay decenas de miles de niños desde los ocho hasta los 16 años”. Además, él mismo pregunta si nos podemos imaginar a miles de niños españoles arrojados a un terreno tóxico para extraer el cobalto por un euro al día, sin ir a la escuela para que podamos enchufar nuestros móviles.
Cuando es preguntado por quién controla estas minas, Shiddharth cuenta: “Sobre el terreno son las compañías chinas, las milicias, el ejército; pero el principal beneficiario está al final de la cadena de suministro”. Ante la pregunta de cuál es la implicación de las multinacionales tecnológicas, Siddharth responde: “Quizá no conozcan la gravedad del horror, porque no se han preocupado en ir al Congo a comprobar lo que sucede al principio de la cadena de suministro”.
Al preguntar a Siddharth si deberíamos sentirnos mal por usar el móvil, él contesta: “No, deberíamos sentirnos furiosos, pero no mal. Cuando compramos nuestros móviles no pensamos que hoy un niño en el Congo se va a destrozar la espalda. Debemos presionar a estas compañías para que traten a los congoleños con la misma dignidad que a sus empleados locales.
El Congo se encuentra inmerso en un ‘boom’ demográfico que le llevará a alcanzar probablemente los 200 millones de habitantes dentro de 40 años, momento en el que se agotará la explotación abusiva de sus recursos. Siddharth considera que el Congo sigue en la época colonial, ya que las grandes potencias o empresas quieren sus materias primas. Si hubiera cobalto debajo del suelo de Madrid se regularía la extracción, pero en el Congo no.
El problema es que a pesar de todos esos recursos que tienen, el beneficio económico de su extracción no les llega a ellos, sino a las empresas, por lo que en un futuro no tendrán medios de supervivencia. Los niños trabajan con polvo tóxico al tacto y a la respiración durante 10 o 12 horas al día e incluso mujeres con sus bebés a la espalda trabajan en las minas.
China controla la cadena de suministro, llevan el 70% de la producción de cobalto, el 80% de su refinado y el 50% de la generación de baterías. A China no le importan los derechos humanos ni los desastres ambientales que puedan conllevar sus acciones. Además, Ruanda es un país limítrofe en el que se aprovechan de la minería ilegal del Congo a través de las milicias.