El 20% de los jóvenes de 15 a 29 años ha tenido que bloquear a acosadores en redes sociales según un estudio de la fundación Fad Juventud que radiografía el lado oscuro de las redes sociales y detecta conductas tóxicas, dependencia y aislamiento
Las cifras de lo tóxico son alarmantes, cuanto menos. Un 18% de jóvenes asegura haber recibido mensajes y vídeos con contenido sexual sin consentimiento y un 15% haber recibido mensajes de odio. Además, un 14% ha sido controlado por su pareja a través del móvil.
Sobre la dependencia de las redes sociales, Instagram, YouTube y TikTok son las más consumidas. El 64% de sus usuarios jóvenes tiene necesidad de meterse en ellas todo el rato y el 40% consultar si hay notificaciones constantemente.
El problema es que esa adicción lleva al aislamiento, más del 40% de los jóvenes se quita tiempo de sueño y estudio para estar en redes, un tercio deja de hacer deporte y una cuarta parte deja de estar con sus amigos por estar conectado.
Una dependencia de los móviles preocupante que nos han confirmado en la calle muchos de los jóvenes a los que hemos preguntado en Noticias Cuatro. Comprobamos que cuando recibimos una notificación en el móvil es imposible resistirse a mirarla. Tenemos una dependencia total: “salgo de WhatsApp, entro a Instagram y digo: pero qué hago entrando de nuevo a Instagram”.
Alejandro Gómez, investigador de Fad Juventud, afirma que el problema es que es un uso que “en muchas ocasiones se descontrola o que no eres consciente exactamente de cuánto tiempo has pasado”.
Este uso abusivo de las tecnologías conlleva riesgos importantes. Según Antonio Rial, profesor de Psicología de la USC “es un problema de salud pública” ya que “termina interfiriendo en su estilo de vida, en su descanso, en la memoria, la comprensión lectora o el desarrollo del lenguaje”.
Una de las mayores afectaciones es la manera de relacionarnos. “Ahora pueden estar chateando con 100 personas, con mil personas, pero de forma mucho más superficial”, explica David Bueno, Profesor Genética UB. Lo que nos lleva a un aislamiento, nosotros y nuestro teléfono.
La dependencia también merma nuestra capacidad de atención, como nos explica Bueno, “la atención es un recurso limitado, ocupa mucha energía y las pantallas te están generando muchos datos, muchas informaciones”.
Pérdida de concentración que se da, no solo en los estudios, sino también en el trabajo, también en los más mayores.