El Ayuntamiento de Barcelona ha comprado la Casa Orsola para destinarlo a vivienda social. Esto se trata de una medida puntual, pero la estrategia de las instituciones es otra. Según informa Rebeca Gimeno, gran parte del problema del alquiler en nuestro país es porque hay poca oferta y a precios asequibles todavía menos.
Nuestro país está a la cola en Europa en número de viviendas para alquiler social: representan el 3,3% del total frente al 8% de media europea. Y esto es así, en gran parte, porque mucha vivienda protegida se transformó en libre y porque los niveles de construcción están en mínimos.
El objetivo del Gobierno es construir 184.000 nuevas viviendas para el alquiler social. Según cifras oficiales, se ha conseguido movilizar un tercio. Hay varias vías para lograrlo, pero muchas dependen de la colaboración público-privada. Construir vivienda social tiene que resultar rentable si quieres que entre dinero privado. De momento, no parece fácil.
Hace unos días, se planteó el proyecto de La Sareb que quedó desierto. Esto ocurrió tras ofrecer 50 solares por toda España para que fondos privados construyeran vivienda social, gestionaran los alquileres durante los años 80 y luego pasaran al parque público. Pero no hubo ninguna oferta. Ahora, analizan qué falló para relanzar el proyecto. El resultado apunta a una de las ideas que repiten los expertos: alguien tiene que poner el dinero. En los últimos años, España ha destinado poquísimo dinero público a esta partida: gasta cuatro veces menos que Europa.
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