Hoy vamos a abordar aquí un problema con muchas promesas pero, por ahora, ninguna solución de ningún Gobierno; la imposibilidad de acceder a una vivienda. El Gobierno prometió 180.000 viviendas asequibles esta legislatura, pero no hay de momento nada más que palabras.
La vivienda sigue siendo prohibitiva en un país en el que la edad media de emancipación es de más de 30 años. La independencia de los que se animan a buscar casa consiste -en muchos casos- en compartir pisos con hasta cuatro o cinco personas y tratar de sobrevivir después de pagar el alquiler.
Para miles de jóvenes, compartir piso es la única manera de dejar la casa de sus padres, pero no todas esas emancipaciones son dignas. Los elevados precios del alquiler y los bajos salarios obligan a miles de jóvenes a continuar compartiendo piso con desconocidos.
En ocasiones, muchos años después de acabar la universidad. Además, los jóvenes se van muy tarde de casa porque aunque en Europa la media de emancipación está en los 26 años y medio, en España esa edad sube drásticamente. Aquí no dejamos la casa de nuestros padres hasta pasados los 30 años.
Es uno de los peores datos del continente, sólo superados por Grecia y Croacia y, desde luego, muy lejos de los países donde los jóvenes se emancipan antes. Por ejemplo, en Suecia o Finlandia se marchan de casa a los 21 años.
Además, según el último informe del Observatorio de Emancipación, hasta en ocho comunidades autónomas el salario neto de los jóvenes está por debajo de los 1000 euros netos al mes en doce pagas.
Con este panorama, no es de extrañar que muchos apuren viviendo con sus padres, y de comprar ya ni hablemos.