El anonimato es imprescindible en unas ocasiones y deplorable en otras. Por eso el debate sobre su amparo o proscripción no se puede resolver de un plumazo, sino que requiere detenimiento en la exposición, sosiego en el análisis y comedimiento en el juicio.
Es lo que ha hecho el periodista y escritor Álex Grijelmo (Burgos, 1956) en ‘La perversión del anonimato’ (Taurus). Hay casos en los que debe protegerse como un derecho fundamental de la persona, pero hay otros en los que se usa para atacar precisamente esos mismos derechos. Pero, por regla general, “anonimato significa impunidad”, opina tajante Grijelmo en una entrevista con Noticias Cuatro.
Partiendo de numerosos ejemplos, Álex Grijelmo razona y argumenta sobre los dilemas que el anonimato plantea, desde la importancia del nombre propio en la historia, especialmente en la cultura, pasando por el relato de quienes se vieron obligados a esconderlo; para llegar finalmente a los atentados propiciados por su ocultación
“Si los nombres propios dejan de corresponder a las cosas, animales o personas, pasan de designar la realidad a velarla -opina Grijelmo-. Y, si los escondemos, parece difícil no ver una dejación de responsabilidad, una mentira, incluso, que afecta y menoscaba la democracia. Suplantaciones, anónimos amenazantes y denuncias irresponsables campan a sus anchas en las redes en la actualidad al amparo de una dudosa libertad de expresión”.
Grijelmo está vinculado desde 1983 a El País, de cuyo libro de estilo es responsable y en cuya redacción ha ocupado puestos de responsabilidad. Además, dirigió la agencia EFE entre 2004 y 2012, etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado, entre otras obras, ‘El estilo del periodista’ y ‘La seducción de las palabras’.
Con este amplio historial, se permite dar lecciones sobre los buenos usos del periodismo. “Cada vez se acude más a fuentes anónimas sin verificar los datos que proporcionan”, diagnostica.
Los usos perversos del anonimato en la actualidad tienen su origen y mayor peligro en el universo digital, desde los más leves, como el abandono de la cortesía, a los más graves y delictivos que pueden llevar incluso al suicidio de los acosados. Son actos que hoy se cuentan por millones cometidos por toda clase de 'agresores motivados', 'ofensas en enjambre', bots y troles malvados que actúan con perfiles creados para la ocasión y amparados en el anonimato.
Álex Grijelmo cree que “un ataque anónimo es un disparo por la espalda” y por eso intenta plantear algunas posibles propuestas para avanzar en la solución de este problema.
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