Arturo Pérez-Reverte: “Si no hubiera libros en mi vida habría terminado borracho en un burdel de Bangkok o fumando media África”

Ambientada en las Cícladas occidentales griegas, ‘La isla de la Mujer Dormida’ (Alfaguara) es un duro relato de mar, de espionaje y de guerra, pero también, la historia de tres personas que persiguen superar las heridas que arrastran del pasado. Una narración donde salen a la luz asuntos esenciales, como la amistad, la camaradería, el amor, el peligro, la lealtad, la vida y la muerte.

“Ese optimismo pesimista u optimismo pesimista es muy mediterráneo -explica Arturo Pérez-Reverte-. Yo nunca estoy solo en el Mediterráneo, y ese mar nuestro está muy presente en esta última novela”.

En ‘La isla de la Mujer Dormida’, el escritor de Cartagena ha querido rendir homenaje a sus lecturas de niñez y adolescencia y al mar Mediterráneo. Los libros, al fin y al cabo, han sido su tabla de salvación: “Si no hubiera libros en mi vida habría terminado borracho en un burdel de Bangkok o fumando media África -confiesa-. Los libros me devolvían siempre a la serenidad y la cordura”.

Pérez-Reverte sitúa la acción en abril de 1937. Mientras en España transcurre la Guerra Civil, el marino mercante Miguel Jordán Kyriazis es enviado por el bando sublevado para atacar de modo clandestino el tráfico naval que desde la Unión Soviética transporta ayuda militar para la República. En la base de operaciones, una pequeña isla del mar Egeo, la vida del corsario español se cruzará en turbio triángulo con la de los propietarios, el barón Katelios y su esposa: una seductora mujer madura que busca, con fría desesperación, el modo de escapar a su destino.

Pérez-Reverte aprovecha la entrevista para hacer algunas reflexiones sobre nuestro país. “Cuando estás en España te enfrentas a lo de siempre: los odios, las rencillas y la mediocridad de los políticos. Da una desolación enorme. Por eso de vez en cuando hay que salir de España y mirarla desde lejos para mantenerte como un español devoto”.

Por eso confiesa que escribir esta obra le aseguraba un año y medio de placer y de viajes. El Egeo y la historia de los barcos que ayudaban a la República le brindaban la oportunidad de ser feliz con esta novela.

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