“¡Huele a otoño!”, exclama Dominique Roques nada más entrar en el Parque del Retiro de Madrid. El mayor experto mundial en materias primas para perfumes tiene deformación profesional. Después del éxito de ‘El buscador de esencias’ (2022), Dominique Roques (París, 1953) viene a España a presentar ‘El aroma de los bosques’ (Siruela), su última obra, ya traducida a once idiomas.
La naturaleza siempre ha formado parte de la vida de Dominique Roques, de una u otra forma. En su juventud fue leñador y vivió rodeado de árboles; aprendió a amarlos y a impregnarse de sus aromas. Después, su experiencia de más de treinta años como buscador de recursos naturales para la industria del perfume le hizo desarrollar una profunda conciencia sobre el vínculo entre los árboles y la humanidad, y sobre las peligrosas consecuencias de deforestar nuestro planeta.
“El bosque siempre va a sobrevivir -explica-. Valga el ejemplo de Hiroshima o Chernóbil, donde los árboles han vuelto a florecer. Me gusta también el caso de la civilización maya, que cubrió de naturaleza todo lo construido”.
Al fin y al cabo, mientras el hombre apenas pasa un breve instante en la Tierra, los bosques representan la eternidad; al destruirlos, la humanidad se pone en peligro. “Lo difícil es conseguir un equilibrio entre la conservación de los bosques y la obtención de madera”, apunta Roques.
Con gran habilidad narrativa, este experto entrevera en este recorrido, erudito y poético a la vez, una serie de conocimientos, curiosidades y experiencias personales relacionados con los árboles en distintas culturas y épocas. Así, nos habla del cedro del Líbano que taló el rey Gilgamesh, de los bosques de hayas europeos y del oficio de carbonero, del bosque de secuoyas gigantes de California, un santuario que preserva el tesoro que sobrevivió a la más despiadada explotación forestal del siglo pasado, o del palo santo del Paraguay, cuya salvación esté, quizás, en el perfume que emana de su maravillosa madera azul.
Dominique Roques abandona maravillado el Retiro de Madrid, que no conocía, aunque confiesa que el olor de España que más le enamora está en Huelva. “La fragancia que más me gusta es la jara de esa provincia. Allí aprendí a hablar en español, un aprendizaje que no he terminado”, bromea, en perfecto castellano.
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