“Estoy mejor de las heridas. La mano se va moviendo, pero no tengo sensibilidad en algunos dedos. Eso hace más difícil escribir”, confiesa Salman Rushdie en una entrevista con Miguel Manso. El 12 de agosto de 2022, durante una conferencia en el estado de Nueva York, el escritor fue atacado por un hombre armado con un cuchillo. El hecho tiene lugar treinta y tres años después de que el régimen del ayatolá Jomeini emitiera una fetua contra él por su novela ‘Los versos satánicos’, acusándolo de blasfemia y pidiendo su asesinato.
“Sufrí 15 heridas. No creo en milagros sino en la buena suerte”, bromea. “El ojo ha desaparecido, el cuchillo penetró mucho. Tenía pesadillas con la famosa escena de ‘El Perro Andaluz’ de Buñuel”, recuerda.
En ‘Cuchillo’ (Random House), Riushdie relata su experiencia tras aquel ataque sufrido hace dos años por un fanático religioso armado. “Mi ‘cuchillo’ no tiene intención de herir; las palabras son las únicas armas que sé utilizar”, aclara.
Salman Rushdie, ganador del Premio Booker y el Premio de La Paz de los Libreros Alemanes, entre muchos galardones más, explica que ha querido “combatir la violencia con arte”. “Sentí la necesidad de escribir este libro: una forma de procesar lo sucedido”, apunta.
Mirada en retrospectiva, la noche anterior al ataque se descubre como un último instante de inocencia que precede a un acontecimiento que quiebra la vida del escritor. A la placidez de una noche estival de luna llena, le siguen veintisiete segundos vertiginosos, el odio que cobra la forma de un cuchillo empuñado por un desconocido y la incógnita acerca de si se podrá salir en pie y algo de la felicidad de ayer logrará sobrevivir al golpe.
Intentando comprender un suceso traumático, Salman Rushdie emprende el relato de lo vivido aquel 12 de agosto, el tránsito por hospitales y quirófanos, las secuelas, el regreso a casa y el impacto psicológico de un atentando que trastoca su existencia y la de su esposa, la escritora y fotógrafa Rachel Eliza Griffiths.
Es ella quien toma la iniciativa de documentar la recuperación física de su marido, como una manera de celebrar el amor y la vida, y al mismo tiempo, de hacer frente a los daños. Y es ella también la que lo acompaña, al igual que sus hijos y su hermana, a lo largo de un proceso de rehabilitación mental y espiritual en el que las buenas y las malas noticias se suceden, una nueva novela –Ciudad Victoria– se publica y un viejo amigo, el escritor Martin Amis, muere, los miedos se superan lentamente y la certeza de que un mundo se ha hecho pedazos viene acompañada de la pregunta de cómo continuar adelante.
Entre tanto, Rushdie imagina el encuentro cara a cara con el agresor y a través de una conversación ficcional intenta meterse en su piel para indagar en las raíces de una acción que cambia su vida y echa a perder la de este joven asesino frustrado. Con una franqueza conmovedora, Salman Rushdie se vuelca en la escritura para entender; para adueñarse de su experiencia y no desempeñar el papel de una víctima enmudecida. Contar su historia es un modo de sobreponerse a lo acontecido y, ante todo, es la forma de responder a la violencia con una espada afilada: transformando un acto de barbarie en literatura.