La búsqueda del amor es para muchas personas algo esencial, poder encontrar a alguien con quien compartir la vida y que nos acompañe, haciendo que los problemas resulten menos inabarcables, las cosas malas sean más sencillas de sobrellevar y las buenas se puedan disfrutar más y mejor.
Si bien hace un tiempo era habitual conocer a esa persona especial a través de amigos comunes, en lugares habituales o incluso durante una noche de fiesta, cada vez es más frecuente optar por las aplicaciones de citas. Esta es una forma sencilla de poder conocer un poco mejor a la persona antes de un primer encuentro cara a cara, lo que ayuda a saber que, esa primera cita será con alguien con quien ya tenemos algún tipo de conexión.
Esto no quiere decir que siempre sea un éxito absoluto, la química que se siente a través de mensajes de texto no siempre se refleja en ese primer encuentro. Esta forma de conocer gente no garantiza el éxito en el amor, pero amplía las posibilidades de encontrar a alguien afín, solo hablaremos con aquellas personas que despierten nuestro interés y para quienes esa curiosidad sea mutua.
Un gran paso adelante en muchos sentidos, porque dejamos de depender de los amigos de amigos y evitamos las citas a ciegas, en las que no siempre escogen a la persona con la que más cosas tenemos en común.
Las aplicaciones de citas amplían nuestras opciones, pero también conviene tener cuidado, porque abren la puerta a engaños, al fin y al cabo dejamos de tener ese vínculo que sí se tiene si es alguien a quien ya conoce alguna persona de nuestro entorno. Además, no solo pueden mentirnos, haciendo que creemos expectativas que nunca se van a cumplir, también nos arriesgamos a encontrarnos con personas que intentan timarnos, como al dar con un perfil falso, que conviene aprender a detectar para evitar fraudes.
Hay algunas pistas que nos pueden ayudar a identificar estos perfiles falsos, aprender a reconocerlos es esencial para evitar que puedan jugar con nosotros o incluso que podamos convertirnos en víctimas de una estafa.
La primera pista de que se trata de un perfil falso nos la puede dar la fotografía escogida para su presentación. Si solo hay una imagen compartida o si la imagen parece demasiado perfecta o profesional, es posible que la haya cogido de internet y puede que estemos ante una estafa. Una manera de saber esto es utilizar herramientas de búsqueda inversa de imágenes. Si son de un banco de fotografías o de una persona diferente a la que se presenta, está claro que intentan engañarnos.
Los datos que ofrece en su perfil también pueden darnos pistas de que esa persona no es lo que parece. Si ofrece datos poco específicos, descripciones vagas, poca información o esta es contradictoria, tendremos que andar con cuidado porque puede esconder intenciones ocultas. El caso opuesto también debería hacernos sospechar, si el perfil de una persona es demasiado perfecto para ser real, es muy probable que no lo sea.
Una forma de saber que todas estas cosas tan generales son ciertas es hacer una pequeña búsqueda en redes sociales, de este modo podremos ver que efectivamente su nombre corresponde con su imagen y confirmar algunos aspectos extra. Eso sí, sin volvernos locos y convertirnos en detectives privados, no conviene que se convierta en una obsesión.
Si ha pasado todos estos filtros y hemos decidido darle una oportunidad a una persona y entablar conversación, también hay algunas señales que pueden indicar que no es oro todo lo que reluce. Por ejemplo, los perfiles falsos intentarán establecer una conexión muy rápidamente o demostrando mucha atención. Conviene estar atento porque esto también puede reflejarse en que evite responder preguntas directas.
Otra señal de que se trata de alguien que intenta aprovecharse es que quiera cambiar de aplicación para seguir la conversación y lo proponga demasiado temprano en el diálogo. Evidentemente, si nos pide ayuda económica tras poco tiempo de contacto o solicita información demasiado personal, todas nuestras alarmas deberían sonar, también si se niega a que los encuentros que se planean sean en sitios públicos o acompañados de gente de nuestra confianza.
Es importante confiar en las personas, pero siempre hasta cierto punto. Lo mejor es hacerlo, pero tomando las medidas necesarias para asegurarnos de que no juegan con nosotros y nos convertimos en víctimas de una estada emocional o económica. Dar demasiados datos privados nunca ha sido una buena idea, tampoco invertir dinero en negocios que nos propone gente que apenas conocemos o proporcionar los datos de nuestra tarjeta o nuestros datos bancarios.