Todo lo que sucede durante una primera cita se convierte en pistas y señales de cómo están yendo las cosas. Gestos y miradas son clave para saber si la otra persona está sintiendo lo mismo que nosotros, tanto si la cita va bien como si se ha convertido en un encuentro incómodo que queremos acabar lo antes posible.
En muchas ocasiones no es sencillo saber si ambas personas están sintiendo lo mismo, las señales que para uno son evidentes para otro pueden ser menos claras, al fin y al cabo no todo el mundo comparte códigos y, sobre todo, no todo el mundo es tan receptivo a las señales que le envían los demás, muchas personas necesitan una forma de comunicación mucho más clara.
Esto puede hacer que el momento de la despedida pueda ser un poco incómodo, ¿qué se espera de nosotros? ¿Será demasiado intentar darle a la otra persona un beso de buenas noches? Pocas dudas hay de que la mejor manera de evitar que esas dudas deriven en una situación tensa es preguntar directamente o hablar claro sobre lo que queremos, sobre todo si vemos que esas señales no verbales no se están entendiendo.
Hay tantas maneras de acabar una cita que no siempre es sencillo saber cuál es la mejor, sobre todo porque muchas de ellas se asocian con unas intenciones concretas.
En ocasiones, la manera en la que terminamos una cita marca la intención que tenemos, el interés de que haya una segunda o de no volvernos a encontrar con esa persona en una situación similar. Esto hace que el momento de la despedida se espere con cierta impaciencia y, sobre todo, inseguridad, pensando en la mejor manera de actuar para que nuestras intenciones queden claras.
Hay citas que no suponen ninguna duda para los implicados, ambos han sentido la tensión, la química y está claro para los dos qué pasos seguir para finalizar la noche. Sin embargo, incluso en las citas en la que esto está más que claro, podemos encontrarnos con algunos momentos de incertidumbre. La manera en la que nos despedimos puede decirnos mucho más de lo que pensamos.
Por ejemplo, si las cosas han ido bien, puede que uno de los dos esté dispuesto a dar el paso e intentar despedirse con un beso. Las señales están claras y parece que ambos se sienten cómodos con las pequeñas muestras de cariño o con el leve contacto que ha habido durante la noche, un beso no está fuera de lugar. En este caso pueden pasar varias cosas, la primera es que todo salga bien, ambos estén dispuestos y se produzca un dulce beso de buenas noches en los labios.
Este gesto dejaría las cosas bastante claras para ambos, es una despedida que hace un tiempo podría haberse considerado un poco lanzada, pero lo cierto es que un beso en la primera cita hace mucho que dejó de ser algo ‘prohibido’. No hay duda de que si ambos están interesados en algo más, como consolidar su relación teniendo más citas, un beso en los labios puede ser una gran forma de despedirse.
Ese gesto puede dar lugar a otro escenario y es que la otra persona gire la cara y acabe siendo un beso en la mejilla. Esto en realidad no quiere decir nada, porque para muchas personas besarse en la primera cita no es importante, pero para otras sí lo es. Un beso en la mejilla es una muestra de cariño, pero también de coqueteo, por lo que también podría ser una forma de despedirse con la promesa de algo más, sobre todo si ese beso siempre tuvo la intención de ser en la mejilla.
El contacto físico es una buena manera de exteriorizar que se ha estado cómodo, que durante la cita hemos estado a gusto con la otra persona. Un abrazo puede ser la forma de mostrar todos esos sentimientos sin cruzar una línea para la que tal vez no se está preparado.
Conviene distinguir entre un cariñoso abrazo que muestra esa emoción y otro más incómodo, que se da casi por cortesía, porque no todas las citas acaban bien y en algunos casos la forma de despedirse puede ser también la manera de señalar que un segundo encuentro no está sobre la mesa. Si la despedida es igual que el saludo, se dan dos besos de cordialidad sin mostrar mayor interés… puede que no haya un segundo encuentro. También si es con un apretón de manos.
En cualquier caso, lo mejor es siempre preguntar para evitar un momento de incomodidad, puede que la otra persona no se sienta cómoda con el contacto físico, pero esté verdaderamente interesada en tener una segunda cita, la comunicación es clave en las parejas, también cuando apenas están comenzando y no es una buena idea suponer los motivos que puede tener la otra persona para reaccionar de un modo determinado, porque podríamos estar pensando que es culpa nuestra cuando no es así o todo lo contrario.