Teresa es una persona sincera y directa “para lo bueno y para lo malo”. Ha estado casada, pero lleva sola 12 años “sola, no monja”. Ha tenido solo relaciones esporádicas porque no ha encontrado a la persona adecuada. Los hombres le gustan como Carlos Sobera “altos, educados, sin barriga…”. Le gusta mucho viajar, leer, el cine y un poquito mandar “Tengo que tenerlo todo bajo control”.
Luis, su cita, es un tipo que llama la atención porque hacer reír y gusta a los demás “tengo un cierto atractivo”. Al ver a Teresa ha visto a “una chica sencilla, mona, una buena persona” y se han llevado una sorpresa al saber que los dos eran de la zona de Barcelona. La primera impresión ha sido muy buena “sus ojos hablan, transmiten”.
El soltero ha comenzado la cita contándole a Teresa que tenía un grupo de amigos “los HS” con los que no paraba de hacer actividades. Ella también tiene sus grupos de amigos y le ha halado de uno que se llama “Los Rocieros”. Luis se ha asustado muchísimo y ha querido saber si era católica “¿Muy católica?” y sí bailaba, dos preguntas ante las que Teresa ha contestado afirmativamente. Él era una persona muy tímida y le ha confesado que había conseguido evolucionar un poquito en el habla, pero que no lo había conseguido en el baile “me gusta, pero no me suelto”.
Luis ha querido que Teresa le contara algo más de su vida y ella le ha dicho que tenía un hijo de 33 años y un nieto de tres años y medio que es “el amor de mi vida”. Él tiene dos hijos, pero todavía no es abuelo y le gusta que los hijos de sus parejas estén independizados. Algo fundamental para Luis es saber si su cita tiene o no deudas y al saber que Teresa las tenía, no le ha gustado nada. A ella le ha parecido muy fuerte hasta la pregunta y le ha dejado claro que ella tenía una hipoteca, pero que no necesitaba a nadie para pagarla y que “vivir, vivo muy bien”.
Él pensaba que estaba actuando bien y le ha dejado claro que él lo que no quería era ser un pagafantas, pero a Teresa no le ha gustado nada la conversación “los que van de subidos, no me interesan”. De hecho, ha sentido que era una ofensa “yo quiero a alguien que viva conmigo, no que pague mis caprichos”.
En el reservado, Luis estaba convencido de que entre ellos estaba surgiendo la conexión y no ha dudado en intentar bailar con Teresa una bachata. Además, ha comprobado que también eran compatible en su teoría de las manos porque a él, la gente que tiene las manos frías, le echa para atrás. Teresa ha sentido que le estaba gustando, pero en el momento de la decisión final, ha sido muy clara con él “no me ha gustado mucho, la verdad”. Le ha dicho que él tema de la hipoteca, la religión y lo de las manos le había descuadrado mucho.
Él no ha entendido sus argumentos, pero ha entendido que igual su ironía no era compatible con ella y no había otra cosa que hacer.