Rafael, músico de 70 años de Córdoba fascinaba a con su entrada al restaurante a Carlos Sobera: “Eso si que es vestir, lo demás son tonterías, muy elegante”. Este se definía como una persona extrovertida y a la que le gusta todo: “Soy humanista y no creo en la edad, creo en el espíritu, en la actitud ante la vida”.
“Quiero una mujer sea guapa de corazón, esa es la base”, aseguraba Rafael y conocía a Pilar, camarera de pisos de 54 años de Badajoz, que se considera muy moderna vistiendo y que aseguraba que su cita “físicamente no le había gustado nada” y menos su bigote.
“Me ha traído aquí a que la soledad es una de las pocas compañeras que no me gustan, quiero a alguien para lo que queda de vida”, le decía él a su cita. Y cuando Pilar conocía que él tiene 70 años, confesaba algo: “Cuando era más jovencita me gustaban los hombres más mayores y ahora que soy mayorcita me gustan más jóvenes”. Mientras, Rafael pensaba que ella “parecía que tiene más edad de que realmente tiene”.
“Soy una persona que me encuentro con mucho apetito sexual, es una cosa que me gusta igual que comer o dormir, no lo considero como esencial, pero si como algo básico en la vida”, le explicaba él y los dos terminaban hablando de sexo, algo que a ella no le gustaba del todo: “Me ha parecido demasiado directo, se puede hablar, pero no me ha gustado de la manera en la que me ha entrado. Puede salir el tema del sexo perfectamente, pero con otra dinámica”.
Pilar confesaba a él que le esperaba más joven de edad físicamente. “Tenía que haberle buscado de más edad para que fuera más combinado con ella”, decía él al escuchar esto. Y a ella le aseguraba que le encontraba que estaba decaída: “Te veo triste, ¿tienes algún problema o algo? A mí me gustan muchos las auras y los notos rápido”.
Cuando llegaba el momento de la verdad ella aseguraba que no había sentido el ‘feeling’ que necesitaba con él y que no “es de su estilo”. “Estoy de acuerdo con ella y no tendría esa segunda cita con Pili: “Falta ese empuje del corazón”.