Carmen es una soltera pasional, sensual, divertida, alegre… “Malo no quiero nada”. Ha estado 40 años casada. Ha sido siempre muy casera, pero ahora se ha dado cuenta de que la vida se acaba y se considera “viajera”. Lleva siete años sin sexo porque no le gustan los ‘follamigos’, está buscando a algún hombre que le haga sentir cosquillitas al verle.
A Víctor, su cita, todo el mundo el dice que es una persona muy cándida, generosa, que se entrega muchísimo a los demás… Eso sí, cuando se enfada “soy un hijo de la gran…”. Al saber que su cita se llamaba Carmen, ha sentido que era un nombre muy familiar y han comenzado a contarse que los dos eran viudos y con varios hijos.
Los solteros han comenzado la cita hablando de sus respectivos procesos de viudedad, Víctor le ha contado que tenía una relación muy especial con su mujer “íbamos juntos hasta a comprar bragas” y la perdió con tan solo 54 años. Después tuvo una relación que también se le murió y decidió estar un tiempo sin pareja “parece que las mato a todas”.
Carmen le ha dicho que había conocido a algún hombre de forma virtual, que en las redes era muy fácil, pero que luego todo era mentira. A Víctor no le gustan esas cosas y prefiere conocer a las personas en persona, pero tiene claro que no es el más chulo de la reunión. Un problema porque a su cita le suelen gustar los malotes.
A Víctor le aconseja su hija para que no parezca mayor y su mujer fue la que le metió en el mundo de la cosmética. Algo que ha hecho reír a Carmen porque ella no se echa ni crema. Los dos han estado de acuerdo en qué buscaban de una pareja y en qué necesitaban para enamorarse, pero una vez más, no estaban viviendo la cita de forma similar.
Víctor había visto en Carmen una mujer a la que poder conocer mucho más y con ganas de empezar algo con él y ella no había sentido el flechazo ni el cosquilleo en el corazón que esperaba “yo quiero un actor, que llame la atención…”.