Ariel, como buen dominicano, tiene fama de cotorra y de tener mucha labia. Estuvo casado y tiene un hijo de seis años “mi adoración, es un órgano de mi vida”. Su hijo es el centro de su vida y busca a una chica que además de ser alegre y directa, quiera también a su hijo sino “puerta”.
Marina, su cita, es una chica muy segura de sí misma y con el listón muy alto. A primera vista sabe si alguien congenia o no con ella y al ver a Ariel ha sentido una energía muy buena. Los dos viven en la costa cerca de Gerona y se han gustado físicamente. Ella ha querido saber qué hacía con su tiempo y Ariel le ha contado que trabaja, trabaja y cuida de su hijo. Ella también tiene una hija y le puede entender perfectamente.
La soltera ha comenzado la cita tratando los temas realmente importantes y ha querido saber si Ariel era limpio y ordenado. Él le ha dicho que sí y ella le ha advertido que tenía un TOC con la limpieza y que había llegado a ponerse a doblar camisetas en una tienda de ropa. Él lo ha entendido a la perfección y ha tenido claro que si en algún momento llegan a algo y ve como la parpadea el ojo, él se va a dar un paseo para no entrar en una discusión.
Al saber que su cita era un tipo muy religioso, Marina le ha dicho que ella desde muy pequeñita veía y hablaba con personas que estaban muertas. Él ha sentido que eso debería de dar mucho miedo y se ha imaginado cuál sería su reacción. Ella le ha explicado que siempre lo había vivido como algo muy natural y que la gente le tachaba de loca, pero al saber lo que sabía se quedaban asombrados. Él ha intentado hacerse el fuerte y decirle que no le daba miedo, pero la realidad es que le estaba dando miedo hasta ella.
En el reservado, Marina ha descubierto detalles de Ariel que no esperaba y le ha gustado todavía más. Poco a poco se han dejado llevar y han terminado dándose un bonito beso largo y diciéndose que sí a una segunda cita fuera del programa.