Cristina ha entrado en ‘First Dates’ agachando la cabeza “no entro por la puerta de los cuernos que tengo” y ha sentido miedo cuando su cita le ha reconocido sin cortarse un pelo que él había sido infiel “me puse la botas”, pero se ha creído que no lo iba a volver a ser y se ha lanzado al beso sin pensárselo “Cuando mi padre vea que te he comido la boca”.
Cristina ha tenido dos experiencias muy malas en el amor, le han dicho infiel y no está dispuesta a sufrir más por amor, pero si tiene que ser sincera, reconoce que le gustan los chicos con pinta de malotes. Al ver a Manuel, su cita, ha sentido que tenía unos ojos muy bonitos y le ha gustado que fuera de Málaga.
Durante la cena, han hablado de sus gustos y aficiones. Ella le ha confesado que no va al gimnasio porque le da vergüenza y él la ha entendido porque a una chica tan guapa la van a mirar, pero que si quería él la acompañaba para que se le acabara la timidez.
Eso sí, él es más de deportes al aire libre, hace un tipo de surf en el pantano y se ha atrevido con el snow, pero “la nieve duele”. Cristina estaba muy cómoda con Manuel y ha querido saber si había sido infiel alguna vez. El soltero podía haber mentido, pero no ha visto la necesidad y le ha confesado que sí “una vez, pero me puse las botas”. Manuel fue infiel con 18 años y no tiene ninguna intención de volver a serlo, algo que a ella parece que le ha convencido.
Los doce se estaban gustando y al abrir en el reservado una bola en la que les tocaba un beso, no se lo han pensado dos veces. Se han puesto en pie y se han besado como si no hubiera un mañana. De hecho, cuando se han vuelto a mirar a la cara ha alucinado “¡Hala! la boca” y “y la tuya”. El pintalabios de Cristina se había extendido por toda la cara y los dos estaban rosas, rosas.
En el momento de la decisión final, los dos han tenido claro que se querían seguir conociendo, que se habían quedado con ganas de más y que lo ha hecho, pecho porque ella ha comenzado a pensar en cómo iba a reaccionar su padre cuando la viera “comerte los morros”.