Maite se ha quedado fría al ver que Jesús no era el hombre alto que ella había pedido, pero según ha ido conociéndole se ha olvidado de su metro setenta. Se ha reído muchísimo y ha descubierto que tenían muchísimas cosas en común, hasta el “bruni”.
Jesús es moderno y “único en mi especie”, le gustan los videojuegos y música muy dispersa. Le gustan muchos tipos de deportes y como dice su cuñado es “un culo inquieto”. Ha tenido dos relaciones largas, tiene hijos y lleva dos años solo. No cree que exista una mujer ideal para él, busca a una mujer que sea compatible con él y sobre todo, que sea una persona inquieta.
Maite, su cita, también está encantada de estar soltera “estoy en el mejor punto de mi vida”, pero también quiere enamorarse. Ha entrado con muchas ganas, pero rápidamente se le han terminado los temas de conversación. Jesús no le ha gustado mucho físicamente y no ha dudado en decirlo. A él, ella no le ha desagradado, pero también se ha quedado un poco callado tras saber que era de Sevilla y que tenía un hermano en Málaga.
Antes de comenzar a cenar, Jesús ha querido saber qué le había parecido a Maite y ella le ha mentido vilmente “bien, bien”. No le había gustado nada, pero no quería hacerle sentir mal. Él ha querido saber si había estado casada y al saber que había estado más de 30 años con una misma pareja y que era madre, ha sentido que los dos había tenido una vida similar. Ella estaba intentando comerse su ensalada, pero le ha soltado un “yo soy de comer pan con pan” y él ha comenzado a reír. Los dos son de comer mucho pan y al escucharles, las chicas no han dudado en servirles un poquito de pan.
No se han gustado, pero según iban pasando los minutos, Maite se daba cuenta de que tenían un montón de cosas en común. Jugando al Rasca del Amor, le ha confesado que le gustaban mucho sus tatuajes y que no podía dejar de mirarlos. A él le ha gustado de ella y no ha dudado en decírselo sin rodeos. Maite se ha dado cuenta de que las apariencias engañan y le ha confesado que al principio no le había gustado, pero poco a poco… “Yo creo que me va a decir que sí”, ha asegurado Jesús.
Durante el postre, Jesús le ha confesado que él no era mucho de dulce y que no solía salir de la palmera de chocolate, pero al probar su coulant ha sentido que le sabía a “Bruni (Brownie)” y ella le ha dado la razón “sabe a bruni, yo tenía un perrito que se llamaba así por el bizcocho”. Se han reído, se han gustado y se han dado cuenta de que tenían en común hasta la forma de decir “bruni (brownie)”.
Jesús y Maite se han quedado con ganas de seguir conociéndose y vivir la vida a tope, a los dos les gusta no estarse quietos y les da igual “cantar como un grillo mojado”, el caso es pasarlo bien.