Alberto es un eterno soltero que ha venido a buscar a una mujer tradicional a la que conquistar y se ha encontrado con Tamara, una belleza murciana que parecía “un poco monja” y ha resultado ser “un volcán”.
Alberto es un enamorado de Marbella, su lugar de origen y el puerto en el que tiene amarrado su barquito. Empresario, abogado, diseñador de juegos para móviles… Alberto es un culo inquieto que ha tenido suerte en el amor y se considera “un buen novio”, pero se define como un tipo tradicional que poco a poco se tiene que ir adaptando a las nuevas tendencias.
Le gusta mucho practicar deporte y mientras que no tiene novia, sube a sus amigas al barquito que tiene en la puerta de casa. Es un hombre difícil de enamorar, pero Carlos Sobera estaba convencido de haber encontrado a su media naranja.
Al ver a Tamara, Alberto ha sentido que llevaba un vestidazo y que era una mujer impresionante a la que quería conocer. Ella se ha definido como una mujer a la que le ha costado mucho quererse y confiar en los hombres. Nada más conocerse, Alberto ha querido saber si le gustaban los barquitos y le ha invitado a pasar un día en el suyo.
Alberto y Tamara se han gustado y más que conocerse, han jugado a seducirse. A ella le ha llamado la atención que su cita tuviera el pelo larguito y ha querido saber si se dedicaba al surf. Él le ha explicado que se ha criado a pie de playa y que le da a todos los deportes acuáticos. Pero no es lo único que hace, también baila bachata y se ha venido arriba al saber que su cita está aprendiendo bailes sexys.
A Tamara le ha hecho sospechar que siendo un tipo tan amable, simpático y caballeroso, Alberto llevara 10 años sin pareja, pero ha querido seguir descubriéndole. Le ha explicado que a ella le gustan las relaciones tradicionales y que busca a un hombre que la seduzca. Algo que a él le ha parecido fenomenal porque él también es de la vieja escuela.
“Pareces una chica muy calmada, como cuando ves a una monjita y piensas que no puede ser mala”, ha asegurado Alberto tras empezar a hablar de cómo se estaban sintiendo en la cita. Ella se ha sentido un poco molesta y le ha soltado un “¿Tengo pinta de monja?”. Él ha cambiado de tema y ha querido saber cuál sería su plan perfecto y ambos se han visualizado en el barco, comiendo una paella, tomando un gim y bailando una bachata.
Alberto ha querido saber cómo era Tamara y ella le ha dicho que era “muy caliente”. Él no se lo terminaba de creer y ha sufrido un ataque de risa al saber que era una mujer ardiente “pensaba que eras una monjita y eres un volcán”. Ambos tienen claro que quieren repetir y ya están buscando fecha para comerse una paella en el barco de marbellí.