Europa tiene una gran dependencia de las fuentes de energía rusas por lo que, a pesar de estar frontalmente en contra de la invasión de Ucrania, paga diariamente 700 millones de euros a Putin por el gas, el petróleo y el carbón. La intención es reducir esas importaciones para no alimentar la guerra, pero el problema es que el 40% del gas que se consume en el viejo continente procede de Rusia.
Hay países que dependen mucho del gas ruso y otros muy poco, por lo que hay disparidad de opiniones a la hora de decidir si hay que imponer más sanciones a Moscú.
Entre los países que no quieren sancionar más están Alemania, Austria, Hungría, Eslovaquia y Bulgaria. No tienen de momento una alternativa al gas ruso y no quieren aumentar las sanciones antes de tener un plan B que impida que se queden sin luz o calefacción.
Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, aunque también dependen del gas ruso, sí que están a favor de sancionar a Rusia con más dureza.
España está alineada con países como Italia y Bélgica, que no votarían en contra si se pusiera sobre la mesa aplicar nuevas sanciones.
La postura de Francia está a favor de aumentar las sanciones, pero dejando al gas ruso fuera de la ecuación.
María Blanco, economista, ha analizado en ‘En boca de todos’ la situación que vive Europa con el gas ruso: “Europa está en manos de los rusos, la gran arma de Putin es esta”. Cree que es posible hallar un plan B, pero es mucho más caro. Cree que “Argelia sería una solución” y resalta que en España “hay yacimientos de gas”.