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Gran Premio de Austria: análisis del circuito Red Bull Ring

  • El circuito de Red Bull, renombrado en 2010, es de los más rápidos de la F1

El GP de Austria es una de las pruebas puntuables del campeonato del mundo de F1. Desde 2010 se le conoce como Red Bull Ring, desde que la empresa de bebidas energéticas adquiriese el trazado y le diera su nombre a modo de patrocinio.

El circuito fue construido originariamente en el año 1969, conocido bajo el nombre original de Österreichring. En su asfalto se han celebrado Grandes Premios de F1, Campeonatos Mundiales de Resistencia, Fórmula 3000 y el Campeonato Mundial de Superbikes, entre otros. Desde el año 2016 se disputa allí el Gran Premio de Austria de Motociclismo en sus tres categorías (Moto3, Moto2 y MotoGP), que no se corría desde el año 1997.

El circuito, en sus primeros años, llegó a medir más de 5.900 metros de longitud, pero con el paso de los años se ha ido adaptando hasta quedarse en 4,318 km que tiene actualmente, convirtiéndolo en uno de los circuitos más rápidos de la F1. La vuelta rápida está establecida por Lewis Hamilton en 1:07:411. Las carreras que tienen lugar en el Red Bull Ring suelen tener 71 vueltas de recorrido.

Los pilotos de F1 definen al Red Bull Ring como un circuito corto, pero en el que hay casi de todo: subidas, bajadas, fuertes frenadas, curvas rápidas y largas rectas. Además, la presión para los pilotos es mayor durante la carrera, ya que solamente tiene seis curvas y, fallar en una de ellas, hace que sea difícil recuperar tiempos.

La punta de velocidad da alas a los pilotos

El circuito Red Bull Ring cuenta con 10 curvas que se unen en cuatro largas rectas, en las que los vehículos de F1 pueden superar los 300 kilómetros por hora. La mayoría de las curvas son abiertas a derechas; a excepción de los giros 6 y 7, que son a izquierdas y requieren técnica, además de una buena tracción y el máximo rendimiento de los monoplaza.

Los dos primeros sectores del circuito son muy rápidos debido a las rectas; el último sector es algo más lento, y es donde se encuentran la mayoría de lugares técnicos que requieren de la máxima concentración en los pilotos.

Es un circuito en el que no resulta nada sencillo adelantar. La velocidad punta de los monoplaza es clave, ya que durante la mayor parte del recorrido se acelera a fondo. El rendimiento de los motores de cada escudería son factores determinantes para alcanzar posiciones elevadas en la clasificación.

El recorrido se reasfaltó en 2016, por lo que su adherencia es buena y los neumáticos no sufren en exceso; pero la tracción es importante en las mencionadas curvas 6 y 7. Los pilotos también deben prestar atención al desgaste y la temperatura de los frenos; la reducción de velocidad tras grandes rectas provocan frenadas bruscas y continuas. Hay 7 zonas de frenada y, teniendo en cuenta lo corto que es el trazado, es un aspecto importante.

Entre la característica más peculiar del trazado austriaco están sus continuos desniveles. Un hecho que provoca que buena parte de las curvas sean ciegas, dificultando la labor de los pilotos.