El Mundial de Qatar dio comienzo con un partido que tuvo apenas emoción. En la primera media hora ya Ecuador encarriló el encuentro ante una selección anfitriona que apenas presentó oposición. Es quizás debido a la actitud del equipo que muchos de los aficionados qatarís decidieron no regresar tras el descanso y las gradas se quedaron prácticamente vacías.
A medida que avanzaban los minutos sin que el combinado dirigido por el español Félix Sánchez mostrara capacidad de reacción, el rojo de los asientos fue sustituyendo al blanco de las túnicas de muchos de los asistentes.
La FIFA dio la cifra oficial de más de 67.000 entradas vendidas, aunque en el aforo del estadio Al Bayt, según los organizadores, es de 60.000 butacas. Pero incluso antes de que el italiano Daniele Orsato diera el pitido inicial, el lleno no era completo.
Muchos de ellos debieron asistir solo a la ceremonia de inauguración, una fiesta para la nación, que enseguida se aguó por los dos golpes que el ecuatoriano Enner Valencia asestó a sus hombres.
Y no se molestaron en ocultar su desinterés, dejando patente que su pasión por el fútbol tiene caducidad. El abandono de los aficionados con un equipo que, según su entrenador, "no dio ni cuatro pases seguidos", pasó desapercibido al técnico, según reconoció en sala de prensa.
"Bastantes problemas tenía para fijarme en lo que pasaba en la grada", dijo.
"Nos hemos sentido arropados. Esperemos que la gente en el próximo partido pueda sentirse orgullosa y estoy seguro de que nos van a apoyar hasta el final del torneo. Sentimos no haber podido ser parte de la fiesta, pero sabíamos que era un escenario que se podía dar. Contra un equipo como Ecuador el resultado es difícil que pueda ser positivo", declaró.