Joaquín Sánchez ha sido protagonista del pase del Betis a la final de Copa del Rey antes, durante y después del partido. El medio llevó la voz cantante en el vestuario en una emotiva charla a sus compañeros antes de saltar al césped contra el Rayo Vallecano.
"No sé si hablaros como amigo o como capitán, pero lo voy a hacer como bético. "Van a estar ahí a morir con nosotros. Los béticos y este club llevan sufriendo muchos años. El sacrificio y el esfuerzo llevan a la gloria. Esa es la recompensa” ha apuntado el bético.
A lo que añadía: “Un tío me inculcó que no hay cosa más bonita que hacer felices a los demás. Hoy tenemos esa oportunidad y demostrar que queremos estar en esa final".
Joaquín fue protagonista por dar el pase de la muerte a Canales que puso el gol en bandeja a Borja Iglesias cuando el tiempo ahogaba el Villamarín. Y como no podía ser de otra manera también fue el encargado de animar la fiesta.
“Hoy no salgo, mi mujer me ha dicho 'te espero', así que iré a casa... a cambiarme” reaccionaba entre risas el capitán verdiblanco tras el pitido final.
“Qué gilipollas se vuelve uno con los años”, resumió su estado anímico Joaquín al término de un partido en el que fue clave al salir en sus estertores, dar el pase que dio origen al empate bético de Borja Iglesias al tanto rayista de Bebé y que le pudo poner la guinda con un tanto que no fue por muy poco.
Joaquín confesó a la televisión de club que Borja Iglesias, autor del gol de la victoria bética, le decía en la celebración “pero, por Dios, ‘Joaqui’, esto qué es”, mientras el extremo portuense no paraba de alabar la gestión del Betis desde arriba hasta el último utillero o cocinero, todos en una manera de proceder de la que iban a salir “cosas bonitas”.
Antes, lo más de cincuenta mil béticos que se han dado cita en el Benito Villamarín explotaron junto a sus jugadores cuando el árbitro Juan Martínez Munuera pitó el final de un partido agónico ante el Rayo Vallecano que les ha dado paso a la gran final de la Copa del Rey el próximo 23 de abril en La Cartuja, una fiesta a la que se ha sumado hasta la mascota bética, Palmerín.