El Barça no se jugaba nada cuando saltó a disputar el partido contra el Bayern porque ya se sabía eliminado por la victoria del Inter. A pesar de eso tenía el reto de ganar el partido por dos motivos: ganar el dinero por la victoria y demostrar que saben competir ante un equipo grande, pero no pudo ser. Un equipo alemán andando superó sin despeinarse a un Barcelona mermado moralmente (0-3).
El futuro azulgrana en Europa dependía del Inter de Milán y los 'neroazzurris' cumplieron para afianzar su billete a los octavos de final. Tres puntos que dejaban eliminados en la fase de grupos a los de Xavi, antes de saltar al Spotify Camp Nou, y con el deber de cumplir con su afición y recuperar al menos el orgullo ante su villano los últimos años.
El milagro no se hizo realidad en San Siro, pero tampoco en Barcelona. Una realidad dolorosa en su destierro a la 'Europa League', que afrontarán por segundo año consecutivo tras su última noche en 'Champions' -sin nada en juego- ante el colista Viktoria Plzen.
Los bávaros han estado presentes en las recientes debacles europeas de los 'culés' y esta vez la historia volvía a guardarle un papel trascendental en el último capítulo de tropiezos. Primero el demoledor 8-2 en la 'Final a 8' en 2020, luego el doble 3-0 que les endosaron la temporada pasada y otras dos derrotas este curso para hacerles tocar fondo.
La heroicidad también pasaba por ganar al Bayern, un drama que se evidenció en el césped al ponerse por detrás del marcador a los diez minutos con el gol de Sadio Mané. No lo pudo evitar Héctor Bellerín, que volvió al once tras superar sus molestias en el sóleo, incapaz de hacer frente a la larga zancada del senegalés, quien aprovechó un pase filtrado de Gnabry para superarle y batir a Ter Stegen.
El Barça se jugaba su autoestima y la imagen -hasta la fecha imperceptible- de competir de tú a tú al líder del grupo, que obstaculizó el juego de los locales, en un duelo inicial sin ritmo debido a las constantes faltas de los germanos. Pero el objetivo se esfumó en apenas media hora con otro mazazo letal de Choupo-Moting.
El Bayern demostró que la herida barcelonista no estaba cicatrizada y volvió a desatar el caos en un Camp Nou diluido bajo la nieve bávara y bajo un equipo imponente en el área. La gran tarea pendiente de Xavi en los partidos cruciales y que no convirtió en excepción.
Ni el VAR pudo remediar la tragedia a favor de los intereses azulgranas, por lo que anuló un posible penalti a Lewandowski antes del descanso. La impotencia de la afición se convirtió en un pitido al cuerpo arbitral por esfumar la única oportunidad clara del Barça, en toda la primera parte, para reducir distancias en el marcador.
La falta de identidad en Europa volvió a pasar factura a los de Xavi. Voluntariosos, pero poco efectivos, volviendo a remar contra corriente, y sin rumbo alguno a falta de 45 minutos frente a la hegemonía alemana en el grupo de la 'muerte'.
Robert Lewandowski tampoco pudo poner de su parte para maquillar el caos. El polaco volvió a quedar neutralizado ante sus excompañeros, del mismo modo que Pedri, desaparecido en combate en un Barça entregado otro día más a Ousmane Dembélé, el más activo e incapaz de convertir sus 'chispazos' en goles.
La hecatombe volvió a alertar la desgracia futbolística del cuadro catalán, que parecía sufrir el tercer revés con un zarpazo de Gnabry anulado por fuera de juego. Sin margen de error, y sin nada en juego, Xavi sustituyó a Sergio Busquets y Pedri por Ferran Torres y Raphinha. Un cambio sin mayor incidencia en el inofensivo juego de los locales.
El único capaz de ganarse la aclamada ovación del público, pese al resultado, fue Ansu Fati, revulsivo de lujo y relegado una noche más al banquillo. Los más de 80.000 espectadores acabaron alentando al colectivo, que seguía intentando sin éxito el gol del honor, con Pablo Torre y sin Lewandowski en el campo a falta de diez minutos del final.
El mazazo final llegaría en la última jugada del encuentro. Pavard puso el tercero y definitivo al culminar la pizarra de Nagelsmann, que pilló de imprevisto a la defensa tras un rechace que sirvió para cerrar por todo lo alto su superioridad.
Otra noche para pasar página y pensar en LaLiga Santander, la competición de la regularidad que parece adaptarse mejor a las características del FC Barcelona, sin ánimo en Europa y con la obligación de recuperar la ilusión con el segundo plato: la 'Europa League' que ya atizó la inconsistencia de los de Xavi el curso pasado.