Las personas somos bípedas, caminamos sobre dos pies, y por eso es importante cuidarlos y saber todo acerca de ellos para hacerlo de la mejor manera posible. La forma que presenta nuestro pie y la cantidad de peso que depositamos en él va a determinar el tipo de pisada que hacemos y precisamente de eso hablaremos a continuación.
A la hora de hacer ejercicio físico, sobre todo si es de impacto como puede ser el running, las articulaciones son las que sufren. Para que estas no se resientan tanto debes elegir las zapatillas adecuadas a la hora de hacer deporte y para eso la clave es conocer la biomecánica del pie y saber qué tipo de pisada tienes.
El pie es lo que tiene contacto con el suelo y de ello depende la posterior postura del cuerpo.
Si la pisa es desequilibrada y no la haces de manera correcta esto puede acarrearte futuras lesiones. Si el pie falla esto puede repercutir en excesiva a la rodilla, a la cadera e, incluso, a la región mandibular. Aunque increíble que parezca muchos problemas del bruxismo o de rotura de piezas dentales dependen y se originan de una mala pisada.
Si tienes una pisada neutra quiere decir que distribuyes el peso de tu cuerpo de forma equilibrada por toda la planta del pie. Esto va a hacer que el tobillo no se gire cuando corras y que el eje imaginario que hay entre el tobillo y la planta se encuentre perpendicular al suelo.
Se conoce también como natural porque responde al movimiento, como su propio nombre indica, natural que hace que el apoyo comienzo por la parte externa del tobillo y vaya hacia adentro. Esto es la más habitual ya que hasta el 40% de los corredores presentan esta forma de pisar.
Con esta lo que primero harás será pisar la zona interna del pie al hacer que los tobillos giren levemente. Esta forma natural con la que el cuerpo actúa para atender a una necesidad fisiológica para que la pisada se adapte a las irregularidades del terreno. Esto es correcto para poder evitar lesiones provocados por este aspecto, pero se dice que un pie es pronador cuando sobreactúa esa posición o la exagera haciendo que recaiga demasiada fuerza sobre la zona interior.
Esto hará que el tobillo gire demasiado por lo que puede provocarte dolores o incluso lesiones. Lo más usual que puede pasar es que la bóveda plantar se colapsa provocando que la rodilla se salga de su alineación normal con respecto a la pierna.
En esto caso puede ser muy fácil identificarlo ya que las zapatillas presentarán un desgaste mayor en la cara interna de la misma.
Este tipo de pisada hará que el pie gire hacia el exterior y por tanto el lado interior hará que tenga una tendencia a elevarse haciendo que todo el peso recaiga sobre el otro extremo.
Al pisar la fuerza se va a ejercer sobre la parte más externa del talón, pero a diferencia de la pisada neutra, no se va extender por todo el todo el pie, sino que solo por el bordo exterior. En este caso el tobillo no tendrá la capacidad de hacer la pronación natural que el propio cuerpo ejecuta. Todo esto va a provocar que los impactos recaigan en las rodillas y el resto de articulaciones sin haber pasado antes un filtro o haber repartido la fuerza con todo lo que esto puede conllevar de cara a las lesiones.
Al igual que en el anterior caso, este tipo de pisada se puede ver en la suela ya que estará más desgastada en los bordos extremos además de la zona del talón.
Por eso la mejor forma pasa saber cómo es nuestra pisada es fijarnos precisamente en esto, en la suela. Va a darnos muchas indicaciones de cómo pisamos. Además, podrás hacerte un análisis biomecánico para saber la forma en la que nuestro cuerpo absorbe el impacto. Esto será importante de cara a saber cuál es la mejor zapatilla para cada persona a la hora de realizar deporte.