Las semillas de lino, también conocidas como linaza, son uno de esos alimentos que los expertos consideran como un superalimento. Se trata de un alimento vegetal que proporciona grasa saludable, antioxidantes y fibra y que, según varios estudios, proporciona mayor salud a aquellas personas que lo comen.
El origen del lino, del que provienen estas semillas, es bastante antiguo. Ya se cultivaba hace 7.000 años en Egipto y China para aprovecharlo como tejido… y para usar sus semillas con un fin medicinal. En la actualidad, la semilla de lino, que está disponible en forma de semillas, aceites, polvo, tabletas, cápsulas y harina, se usa como suplemento dietético para prevenir el estreñimiento, la diabetes, el colesterol alto, las enfermedades cardíacas, el cáncer y varias otras enfermedades.
No obstante, a pesar de que todavía no hay suficientes evidencias médicas que apoyen estos usos, las semillas de lino se han convertido en un alimento bastante popular y sinónimo de propiedades saludables, por lo que incorporarlos a nuestra dieta no nos va a hacer ningún mal, todo lo contrario.
Una de las virtudes más conocidas de las semillas de lino es su capacidad de aliviar el estreñimiento. Esto es debido a su alto contenido en fibra y, de hecho, de cada 100 gramos, 27,3 son de fibra, algo que es muy útil para regular el tránsito intestinal.
No obstante, algunos investigadores señalan que no hay demasiadas pruebas que confirmen este extremo. Incluso, sostienen que consumir linaza con muy poca agua puede empeorar el estreñimiento y puede llevar a una obstrucción intestinal. Igualmente, demasiadas semillas de lino o aceite de linaza pueden provocar diarrea.
Las semillas de lino, al mismo tiempo, poseen un alto contenido en ácidos grasos omega 3, que se relacionan directamente con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. La presencia estos ácidos también se relacionan con la prevención del crecimiento de diferentes tipos de células cancerosas. Un estudio realizado en 2013 encontró una menor incidencia de cáncer de mama entre las mujeres que consumían linaza regularmente.
Además, en 2018, los autores de una revisión concluyeron que la linaza puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer de mama después de la menopausia.
Al igual que otros alimentos de origen vegetal, la linaza es rica en antioxidantes. Estos pueden ayudar a prevenir enfermedades al eliminar del cuerpo una clase de moléculas llamadas radicales libres. Los radicales libres se producen como resultado de procesos naturales y presiones ambientales. Si hay demasiados radicales libres en el cuerpo, puede desarrollarse un estrés oxidativo que cause daño celular y enfermedades. Los antioxidantes ayudan a eliminar los radicales libres del cuerpo.
En este sentido, la linaza es una buena fuente de lignanos, unos metabolitos secundarios que se encuentran en una gran variedad de plantas, que parecen tener unas importantes propiedades antioxidantes. Según diversas investigaciones, la linaza puede ser 800 veces más rica en lignanos que la mayoría del resto de alimentos.
Estos metabolitos también colaboran en la protección ante el cáncer. Con anterioridad se creía que podía aumentar el riesgo de cáncer de mama, pero investigaciones recientes sugieren que, al contrario de lo que se pensaba, pueden desempeñar un papel protector.
Otros estudios han vinculado la ingesta de semillas de lino con la reducción de niveles de colesterol malo (LDL) y ayudaba al cuerpo a eliminar la grasa, aunque señalan que la dieta general también puede desempeñar este papel.
Finalmente, otros estudios han indicado que la linaza puede ayudar a reducir el dolor y la rigidez de las articulaciones e, incluso, puede ayudar a reducir la incidencia o la gravedad de los sofocos en las mujeres que no utilizan terapia de estrógeno durante la menopausia.
Con un precio más reducido que otros superalimentos, por debajo de 5 euros el kilo, las semillas de lino se pueden tomar molidas (una cucharada sopera al día), como un aceite (de una a tres cucharadas por día) o en cápsulas (1.300-3.000 mg por día)
La semilla de lino es demasiado dura para consumirla cruda directamente. La mejor y más común forma de tomarla es llenar un vaso de agua por la noche, echar una cucharada de semillas de lino y a la mañana siguiente en ayunas, beber el agua y las semillas con el aceite que se ha diluido.
Las semillas de lino pueden ser buenas aliadas en cualquier régimen de adelgazamiento a causa del ese alto contenido en fibra. Esta hace que se aumente la sensación de saciedad y, por lo tanto, se coma menos. Además, al ser fuente de ácidos grasos omega-3 facilitan el esfuerzo para bajar esos kilos de más.
Su nivel calórico no es muy alto, ya que una cucharada aporta apenas 37 calorías. Además, la fibra soluble en las semillas de lino retarda la digestión y evitan que aumente el nivel de azúcar en sangre, lo que, a corto plazo, provocaría una nueva sensación de tener hambre.
Su ingesta puede provocar gases e hinchazón y, si se toman en cantidades excesivas, pueden ocasionar diarreas. También están contraindicadas para personas con problemas de hemorragias provocados porque la sangre no coagula lo suficientemente rápido.
En resumen, las semillas de lino son un superalimento con muchos beneficios, aunque algunos de ellos aún deben ser demostrados completamente por la ciencia, pero que mal no te va a hacer por su alto contenido en fibra y en ácidos omega 3. Al mismo tiempo, si te preocupa tu peso, su efecto saciante puede ayudar a controlar tus ganas de comer.