Todos queremos llevar una vida lo más sana posible. A veces es difícil. Hay muchas tentaciones alimenticias, muy sabrosas, que nos proporcionan un enorme placer pero que, la gran mayoría, resultan tan perjudiciales que no compensan ese gusto efímero.
Pero una mala alimentación no puede darse solo por las comidas menos sanas. A veces, nuestro elevado ritmo de vida, hace que nos quede poco tiempo para pasar en la cocina, y optemos por soluciones rápidas, como platos preparados, comida ‘basura’ o pedir a domicilio. Un caos que afecta a nuestro interior, y que debemos esforzarnos por tratar de organizar para conseguir llevar una dieta equilibrada.
Nuestra alimentación debe liderarse por los hidratos de carbono. Cereales integrales, frutas, verduras, legumbres e incluso pasta. En general, los alimentos que contienen hidratos deben representar entre un 45% y un 60% de nuestras calorías diarias. El resto de una dieta equilibrada se debe componer de grasas (aceite de oliva y ácidos grasos omega-6 y omega-3) y, en menor medida, de proteínas, donde encontramos carne, huevos, pescado, frutos secos, etc.
Como los hidratos de carbono son la base de una dieta equilibrada, hay que profundizar en sus beneficios y en los peligros que puede tener. No todo vale. Los alimentos con carbohidratos con bajo índice glucémico son los más recomendables. Se encuentran en frutas, verduras, legumbres y frutos secos naturales. Aunque lo ideal es que lo controle un nutricionista, hay que tener en cuenta determinados factores, como por ejemplo que, tras realizar una actividad física importante, optemos por ingerir hidratos de carbono con un índice glucémico elevado, ya que contribuyen a recuperar mejor los músculos. La pasta podría ser un condimento perfecto para esta situación.
Un alimento con el que hay que tener cierto cuidado es el pan. Estudios afirman que la gente que come pan blanco dos o más veces al día tienen mayor riesgo de desarrollar obesidad. Lo más aconsejable es tratar de comer pan integral o pan de centeno. En definitiva, es importante saber que no todos los carbohidratos son iguales.
Es importante tener en cuenta que cada cuerpo puede tener sus propias necesidades, pero desde luego que hay alimentos concretos que son necesarios en cualquier dieta, y con los que obtendremos numerosos beneficios.
Entre ellos destacan frutas como el plátano, rico en potasio e ideal para comer después de hacer ejercicio. Además, regula nuestros niveles de colesterol y disminuye la hipertensión. Otra fruta sabrosa como la manzana reduce precisamente nuestros niveles de colesterol y mantiene la salud de nuestras arterias y el corazón. Los frutos rojos tienen un alto contenido en polifenoles, ayudando a prevenir enfermedades cardiovasculares y controlando la glucosa en sangre.
Entre los súper-alimentos que nos pueden aportar energía destaca el aguacate, en el que predominan las grasas saludables y además ayuda a un mejor funcionamiento muscular y nervioso. La batata tiene un valor energético es superior al de la patata y tiene betacaroteno, vitaminas C y E. El yogur natural ayuda a reforzar nuestro sistema inmunológico. O el tomate, que nos protege gracias a sus antioxidantes y además aporta entre un 20 y un 40% de las necesidades diarias de vitamina A y
Una especia muy recomendable es la cúrcuma, ya que el zingibereno actúa contra las úlceras, favorece la digestión y evita los gases. La canela también ayuda a nuestra sangre y contiene antioxidantes que protegen nuestra piel.