Los actos del día de San Isidro, patrón de Madrid, se han desarrollado en un ambiente político extrañamente relajado.
Ni los ecos de las elecciones del 4M, ni la polémica por la concesión de algunas de las medallas por parte del Ayuntamiento a personalidades como el escritor Andrés Trapiello o el cantante Ramoncín, han salpicado una jornada que comenzaba con una ofrenda floral ante el monumento en recuerdo a las víctimas del coronavirus.
En el acto se encontraban juntos el alcalde, Martínez Almeida y la vicealcaldesa de la capital, Begoña Villacís. Un alcalde que, tras su enfrentamiento público de esta semana con la delegada del Gobierno a cuenta del embrollo del marco jurídico para hacer frente a la pandemia, elogiaba la coordinación este fin de semana con el Ejecutivo para evitar que se repitieran las escenas de fiestas en la calle sin control.
La gestión de la pandemia tampoco ha sido objeto de fricción política. Es cierto que bajo la galería de cristal del Palacio de Cibeles ha dominado la presencia de dirigentes y exdirigentes del PP, entre ellos, Casado, Ayuso, Aguirre, Gallardón o el mismo José María Aznar, que acompañaba a su mujer, la exalcaldesa Ana Botella, medalla de honor de Madrid junto a la también exalcaldesa Manuela Carmena.
Ambas han pedido en sus discursos superar la crispación política actual; Botella, apelando al espíritu de concordia de la Constitución y Carmena pidiendo un milagro "civil" a San Isidro.
Un día de tregua, al menos, ya sin estado de alarma y con la esperanza de que la vacunación haga todavía mejor el San Isidro de 2022.