Logo de Volando voy
Volando voy

Logo de Volando voyVolando voy

A Veiga estrena su observatorio y recibe a sus nuevos vecinos entre estrellas: “Que bien que eres gallego, así estamos en Galicia”

  • Natalia y su familia son los nuevos dueños de la casa rural de Xares de A Veiga

  • Valdín estrena su Observatorio Astronómico para dar la bienvenida a los nuevos vecinos

A Veiga, un municipio de Ourense, una de las zonas más envejecidas de España y Europa, un lugar dónde están luchando con uñas y dientes contra la despoblación, y en el que ‘Volando voy’ quiere poner su granito de arena. Sin embargo, Jesús Calleja se ha llevado una grata sorpresa al descubrir que ya son varias las familias jóvenes que lo han dejado todo para comenzar su nueva vida en este paraíso gallego.

Como es el caso de Natalia y su familia. Esta joven ucraniana que conoció a su marido Agustín esquiando en Polonia, siempre ha soñado con tener una casa rural y en Xares de A Veiga encontró el lugar perfecto para comenzar una nueva vida. Ya que la antigua dueña estaba a punto de jubilarse. Jesús Calleja y el equipo de ‘Volando voy’ han querido que la familia de Natalia contara con un recibimiento especial en su nuevo hogar y ha vuelto a conseguir que sientan que han encontrado el lugar en el que pasar el resto de su vida.

Con la ayuda inestimable de Aloxa, el hijo de Natalia, y todos los vecinos del pueblo, el equipo ha preparado un precioso vídeo de bienvenida para la nueva empresaria de la zona. Un vídeo que no se podía proyectar en un lugar más maravilloso que el todavía por estrenar Observatorio Astronómico de A Veiga. Jesús calleja ha matado dos pájaros de un tiro como se dice y ha inaugurado el Observatorio con un motivo precioso.

Los vecinos de A Veiga han recibido con música el momento y han alucinado al ver la felicidad de Natalia y lo increíble que es el Planetario de su pueblo. Además, el presentador ha invitado a Natalia y a su hijo Aloxa a viajar con él en el helicóptero y descubrir desde el aire el paraíso que es su nuevo hogar.

Me parece un regalo, estoy como volviendo a las raíces porque siempre he echado de menos las montañas de Caucaso… Desde mi ventana se veía el Elbrús y de pequeña iba mucho a la montaña con mis padres”, aseguraba una Natalia feliz de ver el marco en el que se encontraba su nuevo reto de vida, ante el que parece no tener miedo: “Es un reto tienes que tirar de tu cabeza todo lo que aprendiste antes y aprender, aprender y aprender… Vas conociendo a la gente y vas levantando algo, es muy interesante”.

A Veiga cuenta ya con unos nuevos vecinos que tienen claro que lo importante no es dónde, es con quién “En ruso se dice que la belleza de un sitio no proviene del sitio sino de la gente”.