En ‘Viajeros Cuatro’ nos colamos en una boda durante nuestra visita a Israel. En Oriente Próximo, adentrados en Tel Aviv, en el ‘old port’ de Nordau Beach, nos convertimos en unos invitados más del enlace de Cris y Yuval, que celebran una boda judía.
Se trata de una boda entre una mujer española y un hombre israelí, al no ser judía, no se han podido casar por el rito judío, ya que, “en Israel no se pueden mezclar religiones”, explica una amiga de la novia. Por lo tanto, se casaron en el Consulado de España y ahora hacen la imitación de lo que sería una boda judía.
Una de las costumbres de las bodas judías es poner dinero al entrar, “no se hace una transferencia como en España, se da dinero en efectivo”, comenta una invitada al enlace. Las ceremonias no se pueden celebrar los fines de semana, “no hay bodas ni los viernes, ni los sábados”.
El novio recoge a la novia y le pone el velo para llevarla al altar, “representa que se casa no por su apariencia física, sino por el interior”. El lugar donde los novios se dan el sí quiero está cubierto por una tela blanca, que representa que “no hay nadie más por encima de Dios”.
Tras el intercambio de los anillos y el beso, rompen un vaso con el pie, como símbolo de “la destrucción del Templo de Jerusalén y la fragilidad de las relaciones humanas”. En el judaísmo, incluso en la felicidad, se debe recordar los momentos de tristeza.