Pilar Rahola ha hablado en 'Viajando con Chester' de su marido Roberto, con el que se lleva 10 años. "Yo no sabía que era parte de un estigma hasta que alguien me lo dijo. Yo le llevo a Roberto 10 años. Fíjate cómo funcionan los estigmas sociales que quien rompió la relación por el estigma fui yo. Rompí porque pensé: ¿Qué hago con un chico tan joven?", explica.
"Yo tenía 38 años, era Diputada en Las Cortes, Teniente de Alcalde. Mucho ruido público, además era la época de ‘Crónicas Marcianas. Él era un figurín de 28. La verdad es que cuando lo conocí, como él es un tipo grandote, y además es calvo, no noté diferencia de edad. Seguramente si la llego a notar, ya ni me acerco", cuenta la periodista. "Era una mujer poderosa, y él era un chaval de 28 años que acaba de volver de la universidad americana. Yo tenía una vida muy hecha y él empezaba. Cuando nos conocimos fue una pasada, funcionó todo. Lo horizontal, y lo vertical".
"Nos entendimos tan bien…éramos de mundos muy diferentes. Su familia católica, apostólica y romana, muy española y pepera. La mía republicana y catalana…Éramos distintos, pero solo de mundos. Empezó a tejerse una complicidad con las cosas cotidianas. Al final no es solo lo que no te pareces, sino que no te moleste lo que no te parece", asegura Pilar Rahola.
La invitada tardó dos meses en darse cuenta que era mayor que su pareja: "Pasaron dos meses hasta que supe que tenía 28 años. Nunca se dio la situación de preguntar la edad. Un día estamos hablando en una cenita y me dijo su edad. Me asusté tanto que corté. Pensaba que me iba a enamorar y lo iba a pasar mal. Todos los demonios vinieron. Los miedos más patéticos".
Pilar habló con su madre y ésta le convenció para no dejar la relación: "Mi madre, una mujer conservadora, burguesa, mayor, no entendía nada de por qué lo había dejado. Aún me emociona, porque era tan tozuda que yo hubiera roto. Hace 25 años que estoy con él y lo adoro. Me emociono", dice entre lágrimas. "Me emociono, no puedo emocionarme, que yo soy dura. Vivimos tan atrapados por los prejuicios que ponemos en peligro hasta nuestras relaciones personales. Nadie tiene derecho a meterse en cómo construyes tu felicidad".