Sor Lucía Caram ha hecho casi 6.000 kilómetros en furgoneta hasta la frontera de Ucrania y Rumanía para traer a España a una familia de refugiados. Ya están en su convento, situado en Manresa, desde donde la monja ha hablado con ‘Todo es mentira’: “Es la experiencia más dura que he vivido en mi vida. Encontrarte con ancianos con maletas pequeñitas, mujeres y niños… Los hombres no pueden salir”. También le impactaron los jóvenes que entraban a Ucrania “con la cara desencajada porque iban a luchar por su país”. Para ella, “lo que se está viviendo en las fronteras no tiene nombre”.
Tres mujeres y tres niños ya descansan en el convento de sor Lucía. La idea es que se queden allí unos días hasta que les encuentren una casa o alguien les acoja porque lo que ahora necesitan, según la religiosa, es “calor humano”.
Hay mucha solidaridad con el pueblo ucraniano, pero sor Lucía Caram cree que lo que necesitan “no son cosas, necesitan que se acoja a las personas” porque es “un infierno lo que se está viviendo”. “Esto lo vamos a solucionar si entre todos acogemos”, ha sentenciado.
Sor Lucía Caram y un voluntario pusieron rumbo a Ucrania el pasado viernes. Iban a buscar a los padres de un matrimonio ucraniano de Manresa, pero a mitad de camino les dijeron que no podían llegar al lugar en que debían encontrarse porque los rusos habían bombardeado los alrededores de su pueblo y, además, tenían graves problemas de salud. Así que recogieron a una amiga de la familia de Manresa y a otras cinco personas.
El viaje de sor Lucía y los refugiados fue complicado, sobre todo en la frontera de Hungría, donde las autoridades fueron muy duras e incluso se llevaron a dos de las personas que iban en la furgoneta (una madre y su hijo), aunque luego les dejaron volver.
Ya en España, ha habido varias familias de Manresa que se han ofrecido a acoger a los refugiados que vayan llegando. Además, se va a escolarizar a los niños y a enseñar a estas personas la lengua española.