Borja es el siguiente soltero que pasa por las puertas del restaurante del amor de ‘First Dates’ con el objetivo de ver si realmente consigue enamorarse perdidamente de la chica con la que le hayan emparejado. Es un inversor de Barcelona que piensa que en los “negocios aburridos” es donde está más dinero se genera. A diferencia del resto de solteros, Borja parece llegar al local cansado por haber tenido muchas “reuniones de trabajo”.
En cuanto llega a la barra del restaurante, el soltero cuenta a qué se dedica y por qué está tan cansado: “Soy inversor. Invierto en divisas”. Aunque también cuenta que trabaja gestionando capital de empresas. Está claro que Borja es un trabajador nato. De hecho, cuenta a las cámaras por qué ha tenido la vena trabajadora desde tan pequeño: “Con catorce años, mis padres se separaron… Vino también la crisis del 2008. Con lo cual, ya arrastramos el quiebre de las empresas de mi padre, mi madre, la casa y todo. Busqué por internet cómo generar dinero fácil y rápido y, hasta el día de hoy, he estado trabajando. Eso no quiere decir que desde el primer momento ganaba. Los primeros cuatro años perdí 15.000 euros”.
Sin embargo, el soltero no ha venido al restaurante de hablar de sus inversiones y sus trabajos, sino que ha acudido para enamorarse. Borja, en cuanto cuenta al presentador que es muy enamoradizo, le explica lo que debe tener una mujer para que él caiga rendido a sus pies: “Una chica que tenga los objetivos muy claros en su vida, que sepa estar en cualquier sitio y que sea risueña”.
Carlos Sobera, en cuanto escucha todo lo necesario para que Borja se enamore, se dirige hacia el restaurante del amor para dar la bienvenida a Paola, quien será la cita del soltero inversor. Es una estudiante de marketing y publicidad de Barcelona que se considera “ambiciosa”.
En una primera toma de contacto, Borja parece haberse quedado prendado del físico de Paola. Sin embargo, la soltera no piensa lo mismo: “Si me lo encuentro por la calle, no lo voy a mirar. Si me voy de fiesta, tampoco”.
Mientras avanza la cena, parece que Paola no se cree absolutamente nada de lo que le cuenta Borja sobre su peculiar empleo. “No me creo que un niño de veintidós años tenga tanta suerte de que lleve invirtiendo desde los catorce, como me ha dicho él”.
De hecho, mientras toman el postre, parecen chocar en su forma de demostrar el amor hacia la otra persona. Paola “no comparte” ser tan cariñosa al principio puesto que a ella le cuesta mucho coger confianza. En cambio, al soltero no le importaría soltar un “te quiero” con apenas unos días de conocerse. “Para mí, un ‘te quiero’ es mucho. Y que no le dé valor… No aguanto eso”, cuenta Paola a las cámaras del programa.