El 3 de octubre de 2009, el barco atunero Alakrana, que faenaba a 120 millas de la Costa Sur de Somalia, fue secuestrado por un bote con varios somalíes armados. 12 años después, el SAPO confiesa que él participó en la liberación del barco: un agente del CNI le encarga conseguir la liberación de los españoles por cualquier miedo.
“Lo que se hace es cumplir con lo que piden los jefes de los piratas que es pagar, sino hubiera muerto todo el mundo en esa operación. Yo no juego limpio, nadie juega limpio, lo que se esperan son los resultados. Acaba con los marineros libres, el barco libre y yo también con bastante dinero porque se lo quite a los piratas. Ladrón que roba a otro ladrón, mil años de perdón”, empieza explicando Jon sobre la operación.
Pero se remonta a cómo comenzó todo: "Te voy a confesar algo de lo que nunca hablé, en el cuál está involucrado el CNI, Garzón, algún estamento del estado. Contacta conmigo una empresa muy cercana al Servicio secreto francés para pedirme un servicio, me reúno, me dan un teléfono y me piden que lo lleve conmigo porque me van a llamar del CNI. Quien me llama no te lo puedo decir, pagan tan bien por esos servicios que no te puedo contar las historias. Me citan, nos vemos en un coche, en la Casa de Campo de Madrid, nos paseamos y me hablan de un problema con un barco español de pesca”.
Ahí llega el encargo de que consiga la liberación de los españoles por cualquier medio: “Me encargan conseguir la liberación de los españoles por cualquier medio y saben que a lo mejor no voy a jugar limpio, pero los piratas no juegan limpio, yo tampoco, el estado no juega limpio, lo que se buscan son resultados”. Y cuenta lo que pide él a cambio: “Tengo dos causas judiciales que tienen que desaparecer del mapa en dos países diferentes. Para mí pido un millón de euros”.
“Recuerdo que estaba en una boda, salí para ir a la Audiencia Nacional, era completo, pero había que darle una solución, no se sabía muy bien lo que estaba ocurriendo. Después de estudiar la jurisdicción lo que había que ordenar era el abordaje del barco, a partir de ese momento lo que ocurriera con el Alakrana era mi responsabilidad porque había tomado la decisión difícil, pero necesaria para llevarla a cabo”, explica Garzón.
Y deja claro cómo vivió estos momentos: “Cuando tomas una decisión del calibre que yo adopté tienes el alma en un puño porque jurídicamente has obrado de forma correcta, pero humanamente hay en juego la vida de personas. Sabes que hay un tanto por ciento de que la cosa salga mal, me dan igual las críticas porque todo estaba hilvanado de alguna manera pero puede fracasar”
Aquí empiezan las negociaciones, empieza a hablar con muchos de sus contactos y consigue llegar al objetivo: “Empiezo a negociar con los jefes de los jefes de los jefes, me pedían 12 millones de euros y yo ofrecí la mitad". “La forma de pago es una de las cosas que yo decido, ellos tienen mucho miedo a que mande a un grupo de mercenarios, miedo muy justificado. Se paga a través de un helicóptero, se mandan un 1.400.000.000 dólar en bolsas”, explica aunque no tiene la necesidad de demostrar que fue negociador: “Yo en este caso solo he sido una sombra, las sombras no firman nada, esta operación no existió ni habrá existido nunca, los criminales no tenemos memoria, como si no hubiera estado, no existo”.