El periodista Nacho Abad ha arrancado 'Código 10' asegurando que una persona "corre peligro" con la entrevista que le ha dado , ya que se trata de un infiltrado en ETA que sigue recibiendo amenazas a día de hoy.
Alberto -así se ha hecho llamar al entrevistado desde el programa para no facilitar su identidad- se encuentra desamparado y pide protección. "Necesito ayuda, he suplicado ayuda al Gobierno, he sacrificado mi vida por España y estoy totalmente abandonado", lamenta.
Su duro testimonio pone de manifiesto las venganzas y represalias que tienen en la actualidad ciudadanos que algún día ayudaron a luchar contra el terrorismo. "Hice todo lo que pude y más por evitar que muchas familias estén destruidas", relata. Solo, desamparado y en depresión, 'El infiltrado' detalla los miedos a los que se tiene que enfrentar a diario después de haber ayudado a "evitar muchos asesinatos". "La venganza existe y algún día alguien puede pasar mi nombre... tengo que estar pendiente de que alguien esté detrás mía porque me pueden matar", comparte a Abad.
El 'infiltrado' asegura que el día a día dentro de la célula terrorista era un suplicio, ya que debía convivir con el enemigo y con personas que lo único que querían era "matar y matar". También ha contado si tuvo o no éxito su labor oculta. "En la lucha contra el terrorismo no se puede saber un número porque das una información y de ese hijo de información van cayendo militantes de ETA, posibles comandos", narra en 'Código 10'. En ese momento, Abad se interesa por saber algún comando que haya caído gracias a sus acciones, a lo que el otro le da algunos ejemplos.
"Tengo constancia del 'Comando Álava', otro en España, luego huyes a Francia, allí caen más militantes y futuros comandos. Eso es lo bueno de la lucha contra el terrorismo: evitar que se formen comandos para evitar que cometan atentados terroristas", comparte.
Alberto ha narrado cómo fue posible que ocultase su infiltración dentro de ETA. Todo lo hizo con el objetivo de evitar asesinatos y salvar así vidas, aunque las formas de lograrlo no fueron nada fáciles. Llegó a pasar por prisión y a seguir los pasos de algunos etarras.
Un día cualquiera, después de notarse su presencia, ETA llamó a su puerta.