Las imágenes del desembarco de un alijo de hachís en Huelva han despertado gran indignación. Tan solo en el mes de agosto, se incautaron 35 narcolanchas en la zona del Golfo de Cádiz y el río Guadalquivir, donde también se grabaron escenas similares con los narcos. La situación es grave porque, pese a que ocurre desde hace años, el cambio de ruta de hachís a la cocaína es alarmante. La fiscal antidroga de Sevilla reconoce un dato que pocas veces se cuenta: los agentes son capaces de seguir las lanchas en todo momento, pero no de evitar que alijen.
El sistema de vigilancia en el Estrecho es uno de los mejores del mundo. Es capaz de detectar cómo entran y salen las lanchas, todos sus trayectos e incluso de posicionarlas, pero aún así no tienen medios suficientes como para seguir su actividad y evitar que la droga llegue.
La semana pasada hubo una cumbre de seguridad en Cádiz y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, aseguró que los narcos estaban “acorralados”. Estas declaraciones no han gustado nada a las asociaciones de Policía y Guardia Civil porque no quieren que la sociedad piense que no siguen necesitando los medios y que se siguen jugando la vida.
En un intento de ayudar a los agentes, los jueces está dejando a la Guardia Civil utilizar las narcolanchas cuando las decomisan. Pero los especialistas dicen que no es suficiente para enfrentarse a los narcos que ahora utilizan armas de guerra alijando en Huelva.
Usar las narcolanchas tiene un problema para las autoridades y es que no hay partidas parea afrontar la reparación de esas embarcaciones cuando se rompen. Así que, en ocasiones, no están mucho tiempo operativas mientras que los narcos tienen millones para comprar otras.
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