Luiño, una mente brillante obligada a vivir en condiciones precarias: "Mi solución es irme a una autocaravana"

En España no hay futuro para quienes optan por dedicar su vida profesional a la investigación y no parece que eso vaya a cambiar. Las mentes más brillantes, que en otros países sí son muy valoradas, aquí viven de forma precaria y sin presupuesto suficiente, ni siquiera para dietas, cuando tienen que viajar a convenciones, según informa Cecilia Encinas.

Luiño Seoane es neurocientífico y vive en unos 32 metros cuadrados de un tercero sin ascensor en el madrileño barrio de Lavapiés, junto a lo que ha sido hasta hace poco un narcopiso. "Es el último año que lo voy a poder tener en estas condiciones. Mi solución, y creo que es lo que voy a hacer es irme a vivir en una autocaravana", asegura a 'Noticias Cuatro'.

A lo largo de su carrera, Luiño ha investigado en el prestigioso instituto Max Plank, en Alemania, o en el MIT de Boston, en Estados Unidos, entre otras instituciones de prestigio. Ahora trabaja en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con una plaza fija, pero no puede evitar comparar sus condiciones con las de otros compañeros que residen fuera de nuestras fronteras.

Condiciones aún más precarias para los jóvenes

En el caso de José Manuel Camacho, investigador de matemáticas aplicadas en la Universidad Carlos III en Leganés, también en Madrid, va y vuelve todos los días desde Alcázar de San Juan, municipio de la provincia de Ciudad Real en el que nació y que está a 150 kilómetros de la capital española.

Su contrato es temporal y no encuentra vivienda, ni siquiera para compartir. A sus 29 años, ha trabajado como investigador en varios países y, en estos momentos, no ve forma alguna de estabilizarse.

La ciencia en nuestro país no da para vivir dignamente y tampoco para pagar dietas con el objetivo de acudir a los congresos. Y es que no se han actualizado desde hace dos décadas. "En Barcelona o Granada no he encontrado hoteles que estén por debajo del dinero máximo que me dejan gastarme por noche", apunta Jose.

Luiño señala que "este año he tenido que compartir habitación en un hostal con 25 personas", añadiendo, sin poder evitar la risa, que, "realmente, me he visto alojado en hoteles que son prostíbulos".

Por supuesto, la partida económica tampoco permite invitar a prestigiosos científicos internacionales. Luiño y Jose son mentes sobresalientes en condiciones precarias, la mayoría de los cuales, al final, prefieren marcharse al extranjero.

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